El terror no está en los monstruos que acechan en la oscuridad y te sorprenden, sino en el ambiente que propicia ansiedad de que en cada esquina existe la posibilidad de ser atacado.
Bajo la batuta de una madre que ya no tiene nada que perder, Sin señas particulares nos adentra a las zonas rojas de México, buscando la respuesta que miles de mexicanos buscan, qué pasó con sus familiares que parece que se esfumaron en la nada.
La historia se narra principalmente desde el punto de vista de Magdalena (Mercedes Hernández), una madre que atraviesa un verdadero calvario al intentar encontrar a su hijo desaparecido, siguiendo sus pasos tras su partida hacia la frontera, para cruzar como indocumentado a los idealizados Estados Unidos.
Paralelamente, conocemos a Miguel (David Illescas), un migrante deportado, que recorrerá también un largo trecho en sentido contrario, para regresar a su tierra, en busca de su madre, y cruzará, en algún punto, su camino con el de Magdalena. Creando un inesperado vínculo de solidaridad entre tanto silencio.
La propuesta estética desde el principio nos deja en claro sus intenciones, desde la primera escena, nos presenta al ser querido como un recuerdo y una reverberación, gracias a una cámara desenfocada y una luz casi divina.
Este anhelo luminoso se ve contrastado con las escenas oscuras y realistas que confrontan a Magdalena con la burocracia y el miedo colectivo a “hablar de más”.
Magdalena decide quedarse en la frontera hasta encontrar una respuesta del paradero de su hijo, después de que reconoce una mochila y la policía quiere darlo por muerto.
Esto la lleva a recolectar información de personas sin rostro que sólo poseen voz. En estas escenas, únicamente vemos a Magdalena, un recurso que deja en claro que no importan las personas, sólo lo que puedan decir.
Sin duda, el miedo se respira en la película. Con tomas cercanas y personalísimas con nuestros personajes principales, impregnan a los espectadores de que el diablo está acechando. Ni siquiera la luz del día los libera.
Sin señas particulares es una cinta que vota por el ambiente, con diálogos necesarios para contar la trama, el silencio envuelve la tensión mejor que una banda sonora imponente. El silencio de los pueblos fantasmas que existen en nuestro país, permite crear un verdadero terror de lo que podría sucederle a Magdalena por buscar una respuesta que le dé paz.
En un país en el que buscar información parece cada vez más peligroso, la trama llega a un clímax que se advierte al inicio, pero que, así como Magdalena, no queremos creer. La esperanza es lo que muere al último, incluso si el suelo que pisas es el infierno.
Sin señas particulares, es dirigida por Fernanda Valadez, impregnando su visión con la cinematografía de Claudia Becerril. Valadez en compañía de Astrid Rondero crearon el guion de esta cinta que se estrenará en México el 5 de agosto, después de un exitoso recorrido por festivales mexicanos y nacionales.
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