La forma en la que nos interrelacionamos con el otro, es una temática recurrente para el cine y la literatura. Las formas han evolucionado, pero la curiosidad por el otro, la necesidad de entendimiento y alejarnos de la soledad, siguen siendo parte de la esencia de por qué buscamos interrelacionarnos con el otro.

Así pues, la forma de interrelacionarnos con el otro en nuestra época, con todas las nuevas tecnologías como filtro, fue la inquietud que llevó al director Axel Muñoz a crear su ópera prima, Noches de Julio (2018). Una historia sobre el amor desde la soledad.

Julio (Hoze Meléndez) es un hombre joven con muy pocas habilidades sociales. Un día conoce a Mara (Florencia Ríos), una chica con quien comparte la afición de invadir casas ajenas para robar objetos personales. Julio la sigue, entra a su casa y se enamora. Mara y Julio creen que son el uno para el otro, pero descubrirán que algunas veces una fantasía es mejor que el amor real.

Muñoz junto a la guionista Claudia Garibaldi, crearon un mundo silencioso, donde las acciones y los gestos hablan más que los personajes. Dos personas torpes socialmente, que prefieren stalkear que conocer a las personas directamente.

Así pues, el director quería retratar desde un gran extremo cómo él percibe las nuevas formas de interrelacionarse de la sociedad, ya que en vez de hablar directamente, muchas veces se prefiere observar desde el lugar seguro, a través de las ventanas a nuestra privacidad que nosotros dejamos abiertas, las redes sociales.

Noches de Julio, con apenas 76 minutos de duración, retrata la vida de dos personas solitarias, con casi nulas habilidades sociales, quienes se enamoran de los sujetos que idealizan, que conocen de a poco interpretando sus objetos personales en casa.

Aunque visto en acciones “reales”, puede causar desconcierto, es cierto que esta es la forma en la que nos acercamos primeramente a otros humanos. Tal vez no sea la regla, ni todos lo hacen, pero es cada vez más común interpretar la vida de los demás conforme a lo que nos permiten mirar por ventanas en nuestros smartphones.

Una forma de interrelacionarnos que cada vez conflictúa a más, y aunque no es el hilo negro de la humanidad contemporánea, el trabajo de Muñoz en Noches de Julio es sobresaliente por la dirección actoral y por crear una historia que a pesar de ser más silencio que diálogos, no es confusa.

Así pues, tanto Hoze Meléndez y Florencia Ríos, explican que fueron meses de práctica teórica (al ver una diversidad de cintas) y activa al ensayar incansablemente con Muñoz. Luego, ya propiamente en el rodaje, les pedía a los actores que se miraran en la cámara, para que comprendieran cuál era la expresión correcta que debían proyectar.

Una película que está enteramente basada en gestos y acciones. Por lo que el sonido forma una parte muy importante de la cinta (además de que el director es experto en esta parte de la producción de cine e incluso ha ganado muchos premios por ello), el juego entre el silencio, los sonidos ambientales y la música creada por Federico Schmucler, refuerzan las acciones y frustraciones de Julio.

Al fin de cuentas, es una película que pide paciencia, para así introducirnos en la silenciosa vida de nuestros personajes, entender sus miedos. Además de observar algo tan humano, como enamorarte de una ilusión que tú mismo construiste con trozos de una vida que malinterpretaste.

Noches de Julio es una película sobre la confrontación de la realidad contra la idealización, también una exploración sobre la soledad, así como las nuevas formas de conocernos a través de la invasión de privacidades.

Esta cinta bien construida y silenciosa, se estrenará en el circuito cultural de todo el país, así como en el comercial a partir del 27 de septiembre.