Es típica la frase que asegura que parir es sentir que te partes a la mitad, y con bastantes registros a lo largo de la historia de caderas y costillas rotas (por menos), no es de sorprender que el horror corporal haya sido el lenguaje que Michelle Garza Cervera decidió ocupar para su ópera prima, Huesera.

Con un desarrollo que incluso fue atravesado por la pandemia, Huesera fue el proceso de entendimiento sobre la maternidad de la propia cineasta, que terminó por inundar al resto del cast, casi completamente femenino. Y aunque se ha hablado bastante sobre la maternidad, sobre todo desde el terror, sigue siendo un tema delicado, sobre todo en países como el nuestro donde la madre es una institución de concreto.

Incluso la actriz Mayra Batalla, quien interpreta a Octavia, sintió un rechazo en las primeras lecturas, al final hablar de una maternidad cimentada en el rechazo y el miedo, no es usual en el cine nacional.

Protagonizada por Natalia Solián como Valeria, una joven que intenta quedar embarazada junto a su esposo Raúl (Alfonso Dosal). En los primeros minutos, se nos presentan dos rituales reproductivos: rezar junto a su madre ante una estatua dorada gigante de la Virgen de Guadalupe, y una experiencia sexual utilitaria con su marido. Es evidente que Valeria no es una gran fanática de los niños, aunque la vemos trabajando en su taller, usando herramientas eléctricas para construir una cuna y decorando las paredes del cuarto del nuevo bebé.

Después de atraer sin saberlo a un mal que parece una persona sin rostro que se contorsiona como araña por las paredes, ella confía en su familiar más cercano, una tía "solterona" (Mercedes Hernández) quien la lleva a una curandera en busca de ayuda que resulta ser temporal. 

Valeria está llena de ansiedad, crujiendo constantemente sus nudillos como un tic nervioso, tratando de ser la persona que cree que su familia espera que sea. Y, después de salir de una celebración del Día de la Madre, recuerda a una vieja amiga, Octavia (Mayra Batalla), con quien busca reconciliarse.

La historia de tensión entre Valeria y su familia es una revisión asfixiante sobre el estrés de las expectativas: el sentimiento de ser una decepción por no querer las cosas correctas y por ser castigado por el cambio cuando intentas alcanzarlas. 

El romance entre Valeria y Octavia es un núcleo emocional de la película, la audiencia se entera de que el camino de Valeria lejos de Octavia y hacia Raúl provino de la tragedia fuera de la pantalla de la muerte de su hermano: ella sintió la necesidad de dar un paso adelante, para cumplir con su estilo de vida y metas financieras asistiendo a la universidad. 

Raúl comienza siendo aún más amoroso pero, con el paso del tiempo, comienza a sentirse como un hombre arquetípico que ve a su esposa como un mero recipiente para su hijo. Lo cual recuerda en gran medida a Swallow, cinta de terror de 2019 que utiliza el horror corporal de igual manera, para plantear la incomodidad dentro de un cuerpo que no deseó ser madre.

Sin duda, el planteamiento es muy interesante, sobre todo cuando el terror en México suele ser escaso, y más proviniendo de la pluma y lente de una realizadora. El distintivo con el resto de cintas del tipo reside en la exploración de la magia mexicana, donde muchas creencias confluyen y arman un entramado que da fortaleza a los monstruos internos que acosan a Valeria.

A partir del 23 de febrero puedes disfrutar de Huesera en todos los Cinépolis del país.

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