Luca Guadagnino es uno de los directores que en los últimos años ha puesto gran atención en las historias coming-of-age y del primer amor. Desde Call Me By Your Name, pasando por la serie de HBO We Are Who We Are, y ahora la más reciente cinta, Bones and All.
Hasta los huesos, como llegó a nuestro país, es una combinación de romance, terror corporal, coming-of-age, road movie, con toques de una película de género, así como una analogía de ser queer en los años ochentas en Estados Unidos.
Tal vez es esta larga lista de géneros lo que hace de Hasta los huesos una cinta muy emocional que le falta corazón. Con un guion bastante apático, una fotografía que sólo en pocos momentos brilla, y un contraste forzado entre nuestros antihéroes y las situaciones en las que se ven envueltos; definitivamente, no es la mejor película del italiano.
Basada en una novela de 2015 de Camille DeAngelis, seguimos a Maren Yearly (Taylor Russell), una joven cuyas ansias caníbales finalmente la obligan a emprender un viaje por su cuenta cuando cumple 18 años.
Durante un viaje para encontrar a su madre ausente y algunas respuestas sobre ella misma, Maren se cruza con Lee (Timothée Chalamet), un compañero caníbal que se ha acostumbrado al estilo de vida nómada por razones similares, aunque un poco más brutales. Los dos se acercan rápidamente, comprometiéndose en un romance que se basa tanto en la comprensión como en el hambre antropofágica.
A pesar del deseo de Maren de encontrar a su madre, Bones and All se mueve a un ritmo pausado que deja innegablemente clara su conexión y su deuda con las grandes road movies americanas del pasado.
Gracias a esta característica, es que la joven pareja se encuentra con diversos personajes, algunos más importantes que otros y algunos más impresionantes que otros. Las micro historias que van construyendo la relación entre Lee y Maren, e incluso el autoconocimiento sobre los “devoradores”, quedan disueltas por la parsimonia del guion.
Aunque la transformación del clásico chico conoce a chica por medio del canibalismo, lo que nos regala grandes alegorías sobre ser queer en los ochentas, incluso sobre traumas, abandono y el ya cliché mommy y daddy issues.
La premisa es interesante, con mucho menos horror corporal que cintas como Suspiria, pero la realización de la trama termina por ser bastante predecible, incluso en sus momentos más álgidos.
Sin duda, la película recae sobre la actuación de Taylor Russell, quien impregna de curiosidad e inocencia la cinta. Por su lado, Chamalet queda a deber como Lee y la sensación de soledad y anhelo que requería el personaje.
A pesar de los desaciertos, Hasta los huesos es entretenida, profunda a momentos y deja preguntas al aire sobre la identidad frente al mundo.
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