La Ciudad de México emula una galaxia en la que infinitos mundos conviven, y muchos de ellos pasan completamente desapercibidos, al menos el funcionamiento interno de ellos.
Para ejemplos hay muchos, los vagoneros en el metro, los pepenadores, los chicos que venden muffins y piden donativos para ONGs inexistentes, o las ambulancias privadas.
Dentro de todos estos enigmas, el que más sorprendió al director Luke Lorentzen fue el último mencionado, cuando al salir de casa, vio a la familia Ochoa afuera de una ambulancia, que más pronto que tarde, se enteró que era su sustento de vida.
Después de platicar con ellos, y vivir una noche de trabajo, decidió que ellos serían el centro de su próximo documental.
Lorentzen quería hablar de una familia que luchaba cada noche para obtener lo mínimo para sobrevivir, pero en esa exploración, casi como daño colateral, terminó por retratar el confuso mundo de la salud en la capital mexicana.
El inicio del documental lo plantea, en la ciudad no hay suficientes ambulancias públicas para la población de nueve millones, y esto crea un área de oportunidad para decenas de personas dispuestas a cubrir esta necesidad. La forma en la que lo hacen, es cuestión de cada cual.
Así pues, el propio director aseguró que un sentimiento que estuvo constantemente en todo el rodaje de dos años, fue la confusión. No porque formalmente el documental lo sea, sino porque es el sentimiento de los accidentados y heridos que necesitan de estos servicios, aunado a todo ese mundo que se rige por mordidas y colaboraciones poco éticas con hospitales o policías.
Algo que temía, ya que antes de verla ya había sido bombardeada por reseñas u opiniones, era que Familia de medianoche fuera exageradamente maniquea, que nos presentara a los más buenos de todo ese mundo (casi) fuera de la ley.
Menos mal, el montaje de Luke Lorentzen y Paloma López Carrillo permite ver una realidad más humana, en la que los blancos y los negros no existen, sólo los grises comunes en cada persona. Lo cual da una perspectiva más empática, que deja la puerta abierta a la empatía sin mucho esfuerzo.
De igual forma, el montaje se lleva un gran aplauso por lo dinámica que logra ser la cinta, a momentos casi como una cinta de acción, para luego aligerarse por las bromas recurrentes entre los varones que trabajan como paramédicos. Sin duda, los 81 minutos de duración se atraviesan como una ambulancia corriendo entre el tráfico citadino.
Otro de los grandes elogios que ha obtenido Familia de medianoche, ha sido la mirada fresca e intimista que logró Lorentzen a lo largo de los dos años de traslados que rodó en la ambulancia de la familia Ochoa.
Al ver el documental sorprende lo que logra captar el director, quien actúa como fantasma frente a las diversas formas de violencia en la Ciudad de México, sin llegar ni un momento al morbo, sino a la intimidad y sentimientos envueltos en los minutos que dura el traslado.
Esta magistralidad fue galardonada en Sundance a Mejor fotografía, ya que ser una mosca en la pared, sin duda, es uno de los grandes retos al ser documentalista.
Como ya mencioné arriba, el trabajo de montaje es muy apreciable, ya que después de dos años de rodaje crea un retrato bastante pulido de la confusión en la ciudad, así como las diversas formas de violencia, en poco más de una hora y media.
Sin duda su acercamiento a la familia Ochoa le permitió escoger los detalles que permiten al espectador construir una historia mucho más grande, tanto en el ámbito individual, como en el ámbito general de una sociedad nocturna.
Todas estas características le permitieron a Familia de medianoche llegar a la shortlist de Mejor largometraje documental de los pasados Premios Óscar, y a pesar de que no logró llegar a los nominados, sin duda, habla mucho de la calidad (incluso comercial) que maneja la cinta.
Así pues, Familia de medianoche plantea una viñeta muy bien delineada de este mundo que se interrelaciona con el resto de la galaxia Ciudad de México, desde la ligereza de las risas, pasando por la corrupción policiaca, hasta la gravedad y seriedad de los accidentados que son atendidos por los Ochoa.
Sin duda, una revisión muy interesante y dinámica que presenta diversas lecturas sobre una pequeña parte de la Ciudad de México.
Familia de medianoche, de Luke Lorentzen, se estrena en cines comerciales mexicanos el 6 de marzo. Una cinta que no te puedes perder.
Sinopsis
La familia Ochoa se compone casi en su totalidad por paramédicos que luchan a diario por ser los primeros en responder a la llamada de los pacientes que necesitan asistencia médica tras sufrir un accidente. En una ciudad en la que el gobierno sólo cuenta con 45 ambulancias para una población de más de 9 millones de habitantes, la labor de la familia se torna imprescindible, aunque no cuenta con ningún tipo de ayuda ni reconocimiento por parte del Estado.