En 2013 fue publicado El jilguero por la escritora estadounidense Donna Tartt, una obra de más de mil páginas. Fue su primer trabajo después de una década, y se llevó la sorpresa de los críticos que habían destruido su anterior novela, ya que al año siguiente, Tartt se llevaba el Pulitzer a Mejor Novela de Ficción.
El jurado otorgó el premio a El jilguero por “la madurez de una novela maravillosamente escrita, con unos personajes exquisitamente perfilados que narra la dolorosa implicación de un chico con un famoso cuadro que se ha librado de la destrucción. Un libro que estimula la mente y toca el corazón”.
Una novela que resalta por la descripción minuciosa y realista de los personajes, dotándola de vida propia. En pocas palabras una obra maestra de la literatura contemporánea, así pues, ¿qué falló con la adaptación del director John Crowley y el guionista Peter Straughan?
Adaptar una novela nunca es fácil, sobre todo si se tienen saltos temporales, y en general, se narra una vida turbulenta (aunque corta) y llena de abismos donde el personaje principal ha caído por un trauma en la infancia. Simplemente, adaptar una novela de la extensión de la de Tartt es increíblemente difícil, pero querer hacerlo en una sola cinta con una extensión de casi tres horas, es uno de los principales errores de la adaptación de 2019.
Una vida humana tiene un constante cambio de tonos, no siempre percibimos lo mismo, y es cuestión del autor lograr encontrar el tono que funcione para toda la extensión de su novela. No he tenido la oportunidad de leer El jilguero, pero dudo mucho que una novela poco cohesionada en cuanto a tono y vivencias pueda ganar un Pulitzer.
Tartt tuvo de su lado una extensión sin límites, algo que el director Crowley no podía permitirse, ya que la novela estaba construida y debía escoger lo primordial para poder llevarla a la pantalla. Uno de los mayores desaciertos de la adaptación, ya que los tonos y las vivencias son tan dispares, que quiere ser todo y termina por no ser nada.
Según los críticos que la pudieron ver en su estreno es el TIFF 2019, “dependiendo de la escena, El jilguero es un romance maldito, una historia de engaños y falsas apariencias en la línea de Patricia Highsmith, una reflexión sobre el trauma infantil, un coming-of-age, el arte y el terrorismo e, incluso, un thriller criminal en el que también espacio para unos mafiosos holandeses de poca monta.”
Lo que termina siendo confuso para el espectador, el cual casi nunca está seguro del porqué de nada y mucho menos del estado mental de nuestro personaje principal. Dando por resultado una conclusión escueta, que te deja pensando en si valió la pena el recorrido.
No me malentiendan, no se necesita un final con explosiones y emociones vibrantes para que sea un buen final, en la vida real pocas veces es así. El problema es que si no justificas nada y lo dejas a interpretaciones, como si el espectador pudiera leer la mente de los personajes, los finales sutiles terminan por ser desabridos y anticlimáticos, alejando al espectador que por casi tres horas esperaba algo que no llegó.
A pesar de las fotografía de Roger Deakins, uno de los grandes aciertos en la cinta, la historia termina por desperdiciar a sus actores y actrices, quienes a pesar de estar encabezados por Ansel Elgort y tener apariciones de Nicole Kidman, Sarah Paulson, Jeffrey Wright o Finn Wolfhard, los personajes parece que no respiran por sí mismos.
Así pues, a pesar de las casi tres horas de película, se siente tan apresurada, que ni siquiera logramos entender a Theo Decker, nuestro personaje principal, en consecuencia, ni hablar del resto de personajes.
Es una película confusa, ya que asumen demasiado del lado del espectador, con cambios abruptos de tiempos, con secuencias tremendamente largas de flashbacks, que terminas olvidado la razón por la que se llegó ahí en primer lugar. Y sin duda los “micro tonos” que maneja en todo el filme, terminan por alejar aún más al espectador.
Se puede sentir que lo intentaron, ya que no termina de ser mala, porque todos los micro tonos funcionan por sí mismos, pero tampoco es sobresaliente porque nunca encuentra un punto de unión a pesar de que sea la vida del mismo personaje. Por lo que la película El jilguero termina por quedar en un limbo extraño, un intento con buenas intenciones que no llegó a las expectativas.
Sinopsis
Theodore "Theo" Decker tenía 13 años cuando su madre murió en un atentado en el Museo Metropolitano de Arte. La tragedia cambia el curso de su vida, enviándole una odisea de dolor y culpa, reinvención, redención e incluso amor. A pesar de todo, se aferra a una pieza tangible de esperanza de ese terrible día... una pintura de un pequeño pájaro encadenado a su percha. El jilguero.