Hablemos de “Duna”

Entretenimiento Calendario 21 oct 2021 Nora Morales

Cuando hablamos de ciencia ficción y fantasía no podemos hablar de un terreno fácil, crear un mundo verosímil dentro de sí mismo, cohesionado y lleno de posibilidades como nuestro universo mismo, es una batalla de la que pocos salen victoriosos, al menos cómo lo logró Frank Herbert en 1965 con Duna.

La novela escrita fue un éxito rotundo en su año de lanzamiento; en 1966 ganó el Premio Hugo y en 1965 la primera edición del Premio Nébula a la mejor novela de ciencia ficción. Su éxito devino del tono, los temas que cruzaban la trama principal, la complejidad y las reflexiones que nacieron de ella.

Una obra que por mucho tiempo se creyó inadaptable al cine, pero parece que Denis Villeneuve lo logró con su adaptación homónima protagonizada por Timothée Chalamet.

 
 
 
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Duna es el tipo de cinta que, a pesar de su gran presupuesto, navega entre ser un blockbuster y una película de autor, al punto que aún no sabemos si esta franquicia tendrá la luz verde de su productora para continuar la historia.

De por sí, la obra de Herbert no es una lectura fácil, ya que el mundo feudal que nos presenta, tiene demasiadas complejidades que simplemente no hay manera en la que podamos tomarlo como una lectura ligera. 

Justo en ese punto es que fallaron el resto de adaptaciones, quisieron reducir una trama de casi 21 libros a un formato digerible de cine. Volver de ella una cinta apetecible para el resto, a pesar de que la única adaptación que salió a la luz fue creada por el maestro David Lynch. 

En este sentido, Dune de 2021 no es una cinta fácil, sobre todo si eres un amateur en el mundo de Arrakis y las castas de ese universo futurista, es posible que te encuentres con más preguntas que respuestas al salir de la sala de cine. 

Pero justo ahí es donde los críticos han elogiado a Villeneuve, ya que no masticó y regurgitó la historia creada por Herbert para crear una cinta para todo el mundo, sino que respetó la historia original. Al punto que las dos horas y 35 minutos que dura la cinta, sólo abarcan un poco menos de la mitad del primer libro.

Y vaya que esto podría ser un problema si hablamos de públicos que adoran el dinamismo y el entretenimiento de películas como Avengers. Pero, así como ha sucedido en las cintas anteriores del director, poco le interesa traducir una trama para hacerla absurdamente accesible.

 
 
 
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Al igual que la novela, la película se desarrolla a miles de años en el futuro y se centra en Paul Atreides (Timothée Chalamet), el vástago de una familia noble. Con su padre, el duque Leto (Oscar Isaac), y su madre, Lady Jessica (Rebecca Ferguson), Paul está a punto de partir hacia su nuevo hogar en un planeta desértico llamado Arrakis, también conocido como Dune. 

El duque, por orden del emperador, se hará cargo del planeta, que alberga monstruosos gusanos de arena, enigmáticos habitantes con aspecto de beduinos y un recurso adictivo y de gran valor llamado especia.

Mucho sobreviene. Hay intrigas complicadas junto con peleas de espadas, muertes heroicas y muchas inserciones de una mujer misteriosa (Zendaya) lanzando miradas a la cámara, una visión malickiana con túnicas sueltas y cámara lenta líquida. 

Ella es una pieza del rompecabezas multifacético del destino de Paul, al igual que una hermandad mística (dirigida por Charlotte Rampling en modo de amante severa) de agentes de poder psíquico que comparten una conciencia colectiva. 

Están jugando el juego largo mientras el villano más extravagante de la historia, el barón (Stellan Skarsgård), planea y mata, flotando sobre súbditos y enemigos aterrorizados.

 
 
 
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Duna es una cinta que tiene más aires contemplativos de los que estamos acostumbrados en producciones mayúsculas, al grado que las pocas escenas de acción que encontramos parecieran que no pegan del todo con la historia del mesías pálido de mirada lánguida. 

Me atrevería a decir que gran parte de la película no podría ser entendida a cabalidad sin tener nociones básicas o intermedias en la historia de Duna original, tal como me ocurrió a mí, una novata que no sabía qué esperar. Y salió con mucha información qué digerir, una vejiga hinchada por tomar muchos líquidos porque no sabía que duraría tanto, pero con la sensación de que quería ver más y saber más.

A pesar de su extensión, tuve la sensación de que habían pasado demasiadas cosas, pero que sólo era la punta del iceberg, como el final lo confirma. Como el hecho de que Zendaya, la mujer Fremen misteriosa, aparece en visiones febriles, contradictorias y confusas, que nos adelantan hacia donde continuará la historia, pero sólo nos muestra los primeros pasos.

Casi da la impresión de que no pasó nada, en realidad, sólo vimos el primer punto del recorrido del héroe clásico de Paul en casi tres horas de película.

Aunque su trama llena de información, fría y nada traducida para un público de cintas de acción y aventura, puede ser la principal traba (pero su gran acierto para la crítica especializada), formalmente Duna es un viaje de no retorno a un mundo maravilloso que sólo con la tecnología actual se pudo llevar a cabo.

Es del tipo de cintas que cuando recomiendas, pides encarecidamente que sean vistas en un cine, y de preferencia en una pantalla IMAX. 

Visualmente es ominosa. No existe otra palabra para describir las texturas, los ambientes y el futuro despiadado y frío que nos plantea, incluso en medio de un planeta en el que todo es un desierto hirviente.

Incluso sin haber sido capturado por la trama y las actuaciones excelentes, la simple creación formal funciona para quedarte en su asiento hasta que termine. 

La imagen horripilante del barón obeso que flota, o las brujas cósmicas que parecen sacadas de una película de terror, son simplemente insuperables. Ni hablar de las naves espaciales inmensas, los gusanos con dientes, los helicópteros que vuelan como libélulas y los brillantes ojos azules de los Fremen.

La creación de Villeneuve crea cimientos muy sólidos en cuanto al ambiente que crea, desde el vestuario, la producción, las actuaciones y un personaje que sin él la cinta no sería la misma: el diseño sonoro. 

Sólo basta con escuchar “la voz” para que lo sientas hasta la columna vertebral y te enchine la piel. 

 
 
 
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Dune es una cinta de ambientes y que regalan una visión compleja de lo que ese universo feudal, con crisis religiosas y mucha hambre de poder. 

Esta es sólo una probadita de lo que puede suceder si le dan una oportunidad a esta compleja saga; tal vez valga la pena estudiar un poco antes de ir. 

Pero a pesar de esto, se agradece que una gran producción confíe en sus espectadores, y que no sienta la necesidad de masticar una trama. Sobre todo cuando el texto original no desea ser simplemente otra historia más de humanos en el universo.

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