Hace ya mucho tiempo, Paul Wegener, horrorizó las salas de cine con sus dos versiones de El Gólem (1915 y 1920), y de esta manera preparó el escenario para otros clásicos silentes del cine de terror que giran en torno al ser humano y su ambición por ser un dios creador, una especie de Frankenstein con tintes religiosos, el Gólem es usualmente asociado con caos y destrucción, pero también a la protección de ciertos pueblos vulnerables.
Ahora, los hermanos israelíes Doron y Yoav Paz (responsables también de la apocalíptica JeruZalem del 2015), han “resucitado” esa antigua leyenda para explorar en torno a la violencia, la venganza, el contagio y la enfermedad, pero con una sensibilidad moderna y nos presentan la cinta Gólem: La Leyenda.
La trama se sitúa en 1673, en una aldea de Lituania y sigue a Hanna (Hani Furstenberg), una mujer judía incapaz de superar la pérdida de su primer hijo y que se niega a embarazarse nuevamente a pesar de la insistencia de su esposo, Benjamin (Ishai Golan).
Cabe mencionar que la comunidad judía vive alejada de sus violentos vecinos: un grupo de rusos ortodoxos. Cuando estos últimos son consumidos por una plaga, Vladimir (Alexey Tritenko) irrumpe en la pacífica comunidad y la amaga con el exterminio si es que no le ayudan a salvar a su hija. Como el rabino y sus estudiosos no quieren hacer nada al respecto, Hanna decide reaccionar y expulsar a los intrusos, de esta manera crea su propio Frankenstein judío: El Gólem.
Hanna recurre a sus estudios de la Cábala para confeccionar un antiguo demonio de barro y lodo conocido como el Gólem. A pesar de su apariencia -un inofensivo niño-, la criatura posee poderes sobrenaturales que amenazan con el exterminio de los invasores, pero también de la comunidad local.
A pesar de los crecientes instintos maternales, Hanna no es un personaje bidimensional y la actriz Hani Furstenberg desempeña su papel de manera convincente. Incluso, la relación entre creadora y monstruo es inesperadamente matizada. Comprobamos la evidencia de su monstruosidad, pero Hanna no cae en los estereotipos habituales del científico loco. Hay una sensación de que su conciencia, de que ella es la única que puede matar su creación, implica que al fin tiene el poder de superar su trauma.
Es de aplaudir que cada uno de los personajes tenga motivaciones creíbles y la presencia del Gólem tiene un subtexto que está ligado al conflicto interno de Hanna y su incapacidad para dejar ir a su hijo muerto. El inicio, desarrollo, clímax y elementos como la peste y las anormales máscaras que portaban los médicos de esa época imprimen un ambiente de terror rural clásico.
Pero tenemos que decir que lamentablemente y aunque pretende identificarse como una película de terror, Gólem: La Leyenda falla precisamente en su figura principal: el monstruo.
Pues se tiene la oportunidad de crear un monstruo mediante efectos especiales, pero en lugar de eso nos presentan a un niño enlodado. Y no es que los niños no sean terroríficos, basta recordar a El Exorcista de 1973, lo malo es que no tiene un trabajo de producción para lucir como tal. Por ello queda a deber en demasía la figura del Gólem con la tradición y el terror.
La cinta ya se encuentra en las salas de cine.
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