¿Estamos solos en el universo? Y si no es así, ¿en dónde están las demás vidas posibles? La humanidad no sólo se ha preguntado por la vida extraterrestre durante años, sino que también se ha aferrado a aquellas ficciones ochenteras en las que fueron los aliens, aquellos seres que viajaron miles de millones años luz hacia nuestro planeta, quiénes construyeron grandes monumentos de piedra.
Si la imaginación no tuviera lugar en nuestra realidad, ¿en dónde depositaríamos la frustración de una humanidad entera por no saber su propósito ni origen en este inmenso universo? Más allá de pensar en la vida extraterrestre como en un escape de nuestros más profundos miedos como especie, es verdad que la humanidad moderna ha creado todo un estandarte pop de lo que esta cultura alienígena representa.
Desde teorías de conspiración en las que los gobiernos ocultan grandes secretos del tamaño de un planeta lleno de alienígenas (la luna), hasta las abducciones de las que muchos afirman haber sido víctimas, nuestra narrativa contemporánea sigue alimentándose de la idea, anhelo y esperanza de no ser los únicos girando en una eterna espiral en el universo, al menos no los únicos con la conciencia de estarlo haciendo.
Existen miles de historias en las que se habla de avistamientos de luces aleatorias, objetos con forma de nave (o lo que nuestro imaginario colectivo ha denominado nave extraterrestre), y hasta de experiencias de un contacto mucho más tangible, como el caso de las abducciones.
No por nada el cine, la música, literatura y demás artes se han alimentado de esta gran fuente de ficción e incertidumbre ante hechos que, en ocasiones, son reales, pero siempre sin explicación afín o nunca con una respuesta convincente. Todo termina en algo como “se trata de un fenómeno meteorológico”, “son las naves rusas espiando”, o simplemente “estás alucinando”.
Es decir, si existe vida alienígena vigilándonos y el gobierno lo sabe, ¿lo diría? ¿O es que incluso la teoría de que se trate de nuestra propia especie, pero proveniente del futuro, no nos convence tanto como para dejar de buscar vida alienígena?
Todos hemos creado un espectro en el imaginario colectivo, en el que los secretos gubernamentales son capaces de resguardar tal información a niveles en los que ni siquiera la película más extravagante de ciencia ficción se ha atrevido a llegar.
Más allá de los platillos voladores y leyendas urbanas, la ciencia también ha declarado existentes algunas pruebas fidedignas de lo que podría ser vida alienígena.
Así como el Telescopio James Webb fue lanzado con diversos motivos y para suplantar al entrañable Hubble, no podemos pasar por alto que uno es la búsqueda de exoplanetas. Es decir, buscar alguna esfera estelar rondando en el universo con características similares a la Tierra, pensando en que esto podría significar un lugar en el cosmos habitable para nosotros, o alguna especie alienígena similar a la nuestra.
Sobre este mismo hilo, hoy recordamos el Galileo Project, un programa espacial que busca equipos extraterrestres cerca de nuestro planeta. El nombre del proyecto se inspira en el legado de Galileo Galilei, a quien la búsqueda de respuesta desde la mirada telescópica, lo colocó como una de las mentes más destacadas en nuestra humanidad.
Este proyecto es dibujado como una expedición de pesca que podría encontrarse con diversos objetos que nos orienten sobre lo que hay afuera, respecto a la vida inteligente o incluso sobre la naturaleza cósmica misma.
Busca, principalmente, lo siguiente:
- Objetos naturales, como: bichos, pájaros, cometas, asteroides, meteoritos rocosos o fenómenos atmosféricos.
- Objetos fabricados por el hombre, como: globos meteorológicos, drones, aviones, cohetes, naves espaciales o satélites.
Los objetos naturales que se recopilen en la base de datos serían de interés primordial para zoólogos y científicos planetarios. Mientras que la segunda categoría sería de interés para agencias de seguridad nacional.
Por otra parte, una tercera categoría sería aquella que incluye objetos que podrían parecer de origen artificial, por ejemplo, algo que muestre algún tornillo o pernos en imágenes de alta resolución de su superficie, como también si presentan un movimiento o interacción de formas poco naturales.
Se trata de una iniciativa de investigación novedosa que fue lanzada el pasado 26 de julio de 2021. Consta de novedosos instrumentos que vigilan el cielo en las bandas óptica, infrarroja y de radio, así como en las señales de audio, campo magnético y partículas energéticas.
Los datos recopilados se analizarán por algoritmos de inteligencia artificial. Lo más interesante de este proyecto está en su búsqueda por tecnología alienígena. En este sentido, esta búsqueda podría llegar como basura espacial, de forma similar a como aparecerán nuestras propias naves espaciales dentro de mil millones de años, o equipos funcionales, como una nave autónoma dotada de inteligencia artificial (IA).
En cuanto a la última mencionada, ”se trata de una opción natural para atravesar las decenas de miles de años luz que abarcan la escala de la Vía Láctea y podría existir aunque los emisores no estén vivos para transmitir ninguna señal detectable en este momento. Por lo tanto, la arqueología espacial en busca de equipos extraterrestres es una nueva frontera de observación, no representada en la historia pasada de la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI) que se centró en las señales electromagnéticas y no en los objetos físicos”, mencionan los investigadores a cargo del proyecto: Avi Loeb, astrofísico de la Universidad de Harvard, y Frank Laukien, presidente y director ejecutivo de Bruker Corp., una empresa con sede en Massachusetts que desarrolla y fabrica equipos científicos.
La posibilidad como campo de partida
Al respecto, ambos investigadores enuncian lo siguiente con respecto a la esperanza de encontrar lo que se busca:
“La posibilidad de encontrar una civilización que esté exactamente en nuestra fase tecnológica es pequeña, aproximadamente una entre cien millones –la proporción entre la edad de la ciencia moderna y la edad de las estrellas más antiguas de la Vía Láctea–. Lo más probable es que nos encontremos con civilizaciones que están muy por detrás o muy por delante de nuestros conocimientos científicos. Para encontrar la primera clase, tendremos que visitar las selvas de los exoplanetas, entornos naturales similares a los ocupados por las culturas humanas primitivas durante la mayor parte del último millón de años”.
“Esta tarea requeriría una enorme cantidad de esfuerzo y tiempo dadas nuestras actuales tecnologías de propulsión. Los cohetes químicos tardan al menos cuarenta mil años en llegar al sistema estelar más cercano, Alfa Centauri, que está a cuatro años luz. Su velocidad es diez mil veces inferior a la de la luz, lo que implica un tiempo de viaje de 500 millones de años a través del disco de la Vía Láctea”.
“Pero si las civilizaciones científicas más avanzadas iniciaron su labor científica hace miles de millones de años, es posible que no necesitemos ir a ninguna parte, ya que su equipo puede haber llegado ya a nuestro vecindario cósmico en forma de artefactos interestelares. En ese caso, lo único que tenemos que hacer es convertirnos en observadores curiosos de nuestro cielo”.
Más allá de los hechos, celebremos que la esperanza sigue moviendo y motivando la curiosidad humana que con observar el cielo o cualquier sitio en donde cae la mirada ha llegado más lejos de lo que jamás se pensó. Para cerrar esta conmemoración, recordamos los siguientes títulos cinematográficos y televisivos sobre la temática alienígena.
Alien: el octavo pasajero
Esta cinta de finales de los 70, dirigida por Ridley Scott, entrelaza el género de la ciencia ficción con el terror. “Sigourney Weaver y el resto de la tripulación de una nave espacial será atacada por una extraña criatura alienígena. Descubre si todos sobrevivirán”.
The X-Files
“A cargo de los agentes del FBI, Mulder y Scully, todos relacionados con fenómenos paranormales, OVNIS y otras extrañas criaturas”. Algo ideal para alimentar las teorías conspiratorias sobre estos seres y la posibilidad de la vida alienígena allá afuera.
Taken
Se trata de una miniserie de principios de los 2000 en la que se abarca la historia de tres familias a lo largo de cuatro generaciones, durante cinco décadas. Los Key, los Crawford y los Clarke se verán afectados por la visita de extraterrestres, que involucran abducciones, embarazos y demás sucesos paranormales.
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