A veces, un poco de simplicidad puede proporcionarle un respiro a los elegantes ejercicios de estilo y género de los autores. Eso es exactamente lo que el director Ira Sachs (Love Is Strange, Little Men) ofrece con su drama familiar intergeneracional Frankie debido a que, sin grandes crisis o tremendos cambios dramáticos, el filme se siente como un álbum familiar, presentando una serie de fotos instantáneas de varias personas en diferentes etapas de la vida, reunidas en un momento determinado.
La cinta sigue a Frankie (Isabelle Huppert), una presumida actriz que actúa como matriarca y sabiendo que no le queda mucho tiempo, ya que enfrenta una enfermedad terminal, decide que los miembros de la familia y amigos reunidos a su alrededor se ajusten a sus deseos y visión de cómo deberían desarrollarse sus destinos.
Todos se reúnen en Sintra, Portugal, porque la persona más importante en sus vidas se va y ellos lo saben. Un viaje donde su nuevo esposo Jimmy (Brendan Gleeson), su hijo Paul (Jeremie Renier), su ex esposo Michel (Pascal Greggory), su hijastra Sylvia (Vinette Robinson) y su familia conviven a su manera, lo cual promete ofrecer unas vacaciones trascendentales en el complejo portugués de Sintra, aunque en su mayoría pasan el tiempo lidiando con sus propios problemas personales.
Sin el conocimiento de nadie más, también invitó a su amiga estilista Ilene (Marisa Tomei) con el plan de diseñar algunos encuentros de último minuto con su hijo, pero la amiga estadounidense llega con su novio Gary (Greg Kinnear) un camarógrafo ansioso por hacer su debut como director, y aún más ansioso por lograr que Ilene se mude con él. Y hablemos del personaje de Tomei, una maquillista con la que Frankie se hizo amiga en la ciudad de Nueva York, quien es silenciosamente sensacional como una mujer vibrante que ingresa a la mediana edad, mientras se siente tan insegura como lo había estado hace 20 años.
Con todas las piezas en el tablero, la película avanza a un ritmo pausado, dando espacio a cada personaje a medida que consideran sus propios caminos hacia adelante. Por otra parte, la ciudad ofrece vistas fascinantes al océano, pero cerca se encuentra un bosque nebuloso muy simbólico, a través del cual deambulan los amigos y familiares de Frankie, el marco ideal, el cual refleja su depresión con acentos franceses y británicos sobre la angustia amorosa junto a interrogantes existenciales.
El realizador encuentra los ritmos correctos en la segunda mitad de su película, a medida que la conversación se vuelve más seria y los objetivos se vuelven más precisos. Las personas que hemos llegado a comprender comienzan a alinearse entre sí, para bien o para mal.
Frankie conmoverá los corazones, tocando un tema de salud muy delicado, pero desde un punto de vista muy diferente a otros títulos cinematográficos. No es desgarradora, lo que la hace diferente a es que habla de aceptación y superación, mostrando cómo cada persona toma de diferentes maneras las situaciones.
Frankie llega a las salas de arte de los complejos cinematográficos del país a partir del 13 de marzo.