Del 10 al 20 de marzo de 2022, el FICUNAM llevará a cabo su décima segunda edición, en la que realizará una retrospectiva en homenaje a Larisa Shepitko, una de las más grandes cineastas de la posguerra y una de las mejores directoras rusas de los tiempos modernos, cuya obra parece estar poco presente en la memoria colectiva debido a su pequeño cuerpo de trabajo y a su muerte temprana.
Larisa Shepitko nació el 6 de enero de 1938 en Artemovsk, Ucrania, URSS y se mudó por iniciativa propia a Moscú a los 16 años. Ahí estudió en el Instituto Gerásimov de Cinematografía (VGIK), del que se graduó a los 22 años y donde fue alumna de Aleksandr Dovzhenko, a quien se refería como su mentor.
Murió a los 41 años en un accidente automovilístico en 1979, mientras buscaba locaciones para Adiós a Matiora, el que sería su quinto largometraje y que terminó de filmar su esposo, el también director ruso Elem Klímov, con quien alcanzaría en vida profundos lazos creativos y afectivos.
Mientras vivía, su trabajo recibió reconocimiento internacional. Resalta el prestigioso Oso de Oro obtenido en la Berlinale en 1977, festival al que regresó en 1978 como jurado. También, a pocos años de su muerte, críticos de cine y periodistas coincidieron en que ella sería una de las directoras con mayor influencia, pues demostraba un talento original y una maestría inimitable.
En 2004, el Festival Internacional de Cine de Leeds, en colaboración con el Ministerio de Cultura de la Federación Rusa, organizó una retrospectiva de toda su filmografía, y en 2015 el Instituto Lumière de Lyon le dedicó una retrospectiva completa en su sección dedicada a Mujeres Cineastas. Entre otras sedes de renombre que han celebrado retrospectivas de su obra están el MoMa de Nueva York y el ICO de Londres.
La añoranza, la resiliencia y fortaleza ante la adversidad, tanto en circunstancias naturales como sociales (incluyendo luchas en el mundo socialista), el inconformismo ante el presente, la convivencia del mundo onírico con la historia, la espiritualidad y los puntos de ruptura de la humanidad, se convirtieron en los leitmotiv de su breve pero vital obra, revelando, en todo caso, una postura sensible y esperanzadora de la existencia.
Para el FICUNAM es imprescindible dedicar una retrospectiva a esta directora que trabajó en tiempos en los que la realización cinematográfica era un oficio casi exclusivamente ejercido por hombres, al final de la era Kruschev en la Unión Soviética. Consideramos de mucho valor el legado que dejó y nos ilusiona compartir con el público esta mirada femenina, entendida como la mirada de la otredad sobre el acontecer humano, en el contexto de una zona del mundo en permanente coyuntura social y política.
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