Mientras el mundo poco a poco se convierte en un balde digital en el que el lenguaje binario ha pasado a ser el lenguaje universal, coincidir ha dejado de ser un asunto de magia y sincronicidad, para pasar a ser el mero resultado de un algoritmo. 

No es que el encanto haya desaparecido por completo, pero sin duda ha mutado hacia la mente robótica que elige nuestras preferencias con base en nuestras decisiones digitales. La frivolidad de la tecnología, quizá, radica en este punto de inflexión en donde las narrativas se adaptan más a una máquina y no a la humanidad directamente. 

Es decir, no se han convertido en un sustito por completo, pero sí en un puente en donde muchas veces preferimos quedarnos más del tiempo necesario, para después regresar a nuestros cuerpos. Las redes sociales han llegado como sustitutos abstractos de nuestros vínculos afectivos en el mundo real, y es que no se trata de algo ajeno a nosotros, sino de algo natural, pero con el lazo tecnológico. 

De cartas a mensajes instantáneos, de conversaciones casuales en el colegio a una solicitud de amistad enviada, de una mirada furtiva en la calle a un match virtual, de un instante guardado en nuestros cerebros a un recuerdo digital en un post de alguna red social. Es decir, el mundo se ha simplificado y reducido a tal nivel en el que no hace falta mucha interacción real, para conocer, o de hecho crear vínculos con alguien. 

Sin afán de demonizar la era digital y el mundo en el que nos movemos, es un hecho que la virtualidad nos ha ofrecido, también, espacios seguros para expresarse y construir nuestra identidad en torno a nuestras preferencias. Si un día te encuentras hablando sobre gatitos y perritos en una conversación casual, con el teléfono junto a la mesa, lo más probable que pase es que abras alguna red social y los montones de anuncios y videos y demás relacionados con estos animalitos aparezcan a por montones. Y a decir verdad, tampoco es una queja, pues si hablamos de temas que nos entusiasman y de repente vemos cosas al respecto, qué mejor, ¿no?

Sin embargo, a veces esto también puede ser molesto o incómodo, pero más allá de toda esta telaraña de ideas, hablemos de una excelente noticia. Resulta que el grande de Silicon Valley, Facebook, ha anunciado que ahora uno puede personalizar su feed y decidir qué sí y qué no ver. 

¿De qué se trata? 

¿Por fin nuestras plegarias fueron escuchadas, y ahora podremos hablar de lo que sea sin que nuestro celular nos escuche y encima registre lo dicho? Bueno, antes de aventarse de lleno a las expectativas sobre una noticia, aterricemos. 

Como es costumbre, una vez más Facebook se ha actualizado en cuestiones de apariencia, pero también en términos de configuración. Ahora será posible personalizar nuestro feed de noticias, pues el grande de las redes sociales ha actualizado el algoritmo para que así seamos nosotros los quienes seleccionemos las cuentas que más nos gusten para que aparezcan en nuestras noticias de  inicio. 

¿Cómo funcionará exactamente?

Podrás seleccionar hasta 30 amigos entre tus usuarios personales y páginas para que así al momento de ingresar a la red, Facebook muestre de inicio a estos contactos que más te interesan. 

Todavía no se trata de algo que pueda alterar el algoritmo de la publicidad. Sin embargo, sí habla de la posibilidad de elección en nuestros contenidos. Es decir, si antes nos fastidiaba ver las publicaciones de nuestra amiga de la primaria, pero tampoco queríamos llegar a la decisión radical de eliminarla, ahora sólo bastará con no tomarla en cuenta entre nuestras preferencias y listo, como si no existiera. 

Entre algoritmos nos entendemos y las redes sociales hacen un esfuerzo para encontrar, quizá, un equilibrio en el que la armonía digital sea cada vez más una realidad, que un simple anhelo de nuestra posmodernidad. 

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