De historias siniestras, dramas y un suspenso latente, que deambula desde la infancia hasta la médula espinal de cada vida adulta, Carlos Ruiz Safón escribió un pilar de historias memorables para el acervo de la literatura juvenil hispana. 

La sombra del viento fue la novela que lo catapultó ante los ojos de los ávidos lectores, sobre todo en España. Su estilo y calidez para narrar excelentes tramas, lo convirtieron en uno de los escritores más queridos de best sellers, con 12 millones de ejemplares vendidos que ayudaron a que su carrera literaria tomara vuelo. 

Nacido en Barcelona, el material literario de Zafón está enfocado, principalmente, al género juvenil, con grandes, pero grandes y bien logradas dosis de fantasía. En su legado, las primeras obras que lo encaminaron en su vida como novelista fueron El príncipe de la niebla (1993), El palacio de la medianoche (1994), Las luces de septiembre (1995) o Marina (1999).

Fue en 2001 cuando editó La sombra del viento, y entonces el éxito de Zafón comenzó a reflejarse en las librerías de todas partes del mundo, pues tan sólo esta obra se tradujo a cuarenta y cinco idiomas distintos. Después, en 2008, el escritor le daría una segunda vida a esta historia con su secuela, El juego del ángel, la cual logró alcanzar el récord por tener una tirada de un millón de ejemplares en su primera ronda. Después, la trama continuó con El prisionero del cielo (2011) y El laberinto de los espíritus (2016), formando así la tetralogía El cementerio de los libros olvidados. 

Además, su reconocimiento como gran escritor no se lo ha entregado únicamente los grandes fans alrededor del mundo, pues Zafón obtuvo galardones importantes como el Premio Edebé, el Fernando Lara de Novela, uno concedido por el Mejor Libro Extranjero en Francia, el Barry Award o el Nielsen, entre una lista más extensa de reconocimientos. 

Su apenas reciente muerte (21 de julio de 2020), ha desconsolado al mundo de lectores y editoriales. No cabe duda, que estas pérdidas se sienten en la ausencia de su narrativa y demás. Sin embargo, no hay mejor homenaje a un escritor que leer su obra. 

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