Después de su última visita a la CDMX el año pasado junto a The Strokes y Mac DeMarco, The War On Drugs y su sonido regresan con un show en solitario el 4 de mayo en el Teatro Metropólitan junto a Belafonte Sensacional, donde seguramente tocarán temas de toda su discografía y varias de su más reciente material discográfico, I Don’t Live Here Anymore (2021).
Hablamos de una banda originaria de Philadelphia, Pennsylvania. Formada en 2005, le sigue siendo fiel a las guitarras y al rock clásico en un mundo donde los beats electrónicos y sintetizadores se han apoderado de la escena.
Considerada como una de las bandas más influyentes del panorama musical contemporáneo, The War On Drugs ha sabido ganarse un lugar entre los filamentos más sensibles de todo melómano con el que hayan cruzado caminos por la franqueza con la que su líder, Adam Granduciel, parece desafiar, condensar y resignificar lo que el sonido puede transmitir.
El sonido de la banda tiene una vibra y un poder indudablemente setentero, sin embargo, la banda lleva su música a horizontes más contemporáneos añadiendo una cantidad de detalles, al grado de que podrás encontrar sonidos que no habías notado aun en la décima vez que escuches alguna de sus canciones.
Entre sus influencias más obvias encontramos clásicos de la talla de Bob Dylan, Fleetwood Mac, combinados con sonidos como de Sonic Youth, My Bloody Valentine y hasta Dire Straits.
La banda alcanzó la fama cuando lanzaron el álbum Lost in The Dream (2014), una secuencia de 10 canciones que si bien transmiten paz y cierto sentido de pertenencia, fue compuesto y grabado bajo uno de los episodios más fuertes de ansiedad y depresión de Granduciel. Quizá fueron las letras y la evocación de “sentirse perdido” lo que atrajo tanta atención por el público, o quizás fueron los espectaculares solos de guitarra que Granduciel tan perfectamente supo meter dentro de sus piezas.
Lost In The Dream dura exactamente 60 minutos. Una hora donde The War On Drugs tiene mucho que decir, convirtiendo a su tercer álbum como la pieza definitiva de su discografía.
Sus canciones no son simples y no te aturden de principio. La mayoría de ellas comienzan tranquilas, pero a medida que pasan los minutos, más interesante se convierten, haciendo caer a sus seguidores en un espiral de guitarras, bruma y teclados de los cuales no podemos escapar ni pasar a la siguiente canción. El soundtrack para la nostalgia.
Y presupuesto que hay álbumes que son bandas sonoras de paisajes. Por ejemplo, los Doors para el desierto, Sigur Rós para Islandia o Pink Floyd al espacio. En realidad, da igual. Sin embargo, The War on Drugs hacen álbumes de viaje, canciones que encuentran su sentido a esa velocidad en la que el horizonte se difumina. De igual modo que hay álbumes diurnos y nocturnos, hay canciones para la distancia. Para alejarte o llegar a los sitios. Y en esa categoría los chicos conducidos por Granduciel han alcanzado la cima.
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