Casi como si se tratara de un pacto, una firma imaginaria que se imprime en nuestro tórax para escurrirse al final en nuestros ojos, el primer amor es más allá de un sentimiento. Un primer plano, pupila dilatada y flechazo, como el clásico guiño que tiene Requiem for a dream, algo así sentimos cuando nuestro cerebro hace por primera vez el cóctel del amor.
Entonces navegamos en un mar de sensaciones que nos hacen ver con nitidez al mundo, colores espectaculares florecen, nuestro cuerpo experimenta un montón de cambios que nos hacen sentir alegres, entusiasmados, con un nuevo propósito para vivir: amar (algo con lo que quizá los budistas y demás seguidores de ramas similares estarían completamente de acuerdo).
Nos enamoramos por primera vez y entonces sucede, somos dos en esta aventura, You and me, we're in this together now, none of them can stop us now, como canta Nine Inch Nails. Entonces el soundtrack de nuestros días pasa por un montón de cambios drásticos en donde pasamos de “la vida apesta” a “la vida es hermosa” (al menos a “tu lado” le decimos a nuestro enamorado), entonces nuestro corazón canta: Mi pensamiento más profundo también eres, tan sólo dime lo que hago, aquí me tienes…
Por lo general, el primer amor suele llegarnos en la adolescencia o quizá en la pubertad. El primer amor nos cambia, es como probar el chocolate por primera vez, por no decir sustancias ilícitas. Desde la mirada científica, el proceso de enamoramiento tiene que ver, literalmente, con nuestros propios químicos cerebrales que alteran nuestra percepción del mundo y nosotros mismos.
Se registra un aumento importante en los niveles de dopamina, neurotransmisor que se relaciona con sensaciones gratificantes como el placer y también con los procesos que nos emocionan y motivan. Asimismo, también se regulan las sensaciones de expectativa hacia la recompensa (la relación).
Se trata de toda una experiencia bioquímica que, además, nos regala la increíble sensación de amar y conocer al otro a través de nosotros mismos, o al menos como ideal esa sería la premisa del enamoramiento saludable y real.
La ruta del amor y la obsesión
Como en los versos de Neruda: Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora, soy el que pasó saltando sobre las cosas, el fugante, el doliente; el amor, a veces, se siente como una razón de ser, como una ansiedad por nunca dejar de sentir lo que se siente y nunca dejar de estar con quien se esté en ese momento. Sobre todo el primer amor, ya que hablamos de nuestra primera experiencia, pero exactamente ¿por qué nunca se olvida el primer amor? ¿En verdad nunca se olvida? ¿Nunca nos volvemos a enamorar igual?
Es decir, es común escuchar que con el tiempo cada vez nuestros enamoramientos son más tibios, más fríos y más opacos, menos luminosos y hasta quizá más protocolarios, ¿por qué sentimos esto?, ¿nunca nos volveremos a enamorar igual que la primera vez?
El contexto y las convicciones sociales han dictaminado una filosofía del amor nueva en la que incluso se ha puesto en duda la veracidad de este, el amor romántico se está aboliendo, la monogamia se está convirtiendo en la mentira más grande de la historia. ¿Qué está pasando con el amor?
Ya no es romántico obsesionarte con tu pareja, de hecho es peligroso. Ya no es romántico celar, de hecho es una bandera roja que nos advierte mucho más que un berrinche o drama, nos avisa de escenarios sanguinarios y fatalistas.
Más allá de todo y los cambios de discursos que el mundo nos está demandando, el amor está evolucionando y, como todo, en el camino todavía nos encontramos piedras contradictorias y atajos que nos regresan de donde se supone huimos. Sin embargo, la reflexión nunca está de más, pero ahora indaguemos en la dirección de la nostalgia, en cuestionarnos y reflexionar sobre el primer amor y el por qué nos impacta tanto.
De nostalgia y corazones de papiroflexia
¿Qué es lo que no podemos superar del primer amor? ¿La intensidad de nuestro enamoramiento o el dolor agonizante de su ruptura?
Así como es el primer amor, es el primer dolor en su especie y por eso también es difícil recuperarse de este. También la ingenuidad e inocencia con la que uno se avienta al abismo es parte de la experiencia, y en definitiva uno va perdiendo ese encanto con el tiempo y se vuelve más desconfiado.
También es verdad que uno va subiendo sus estándares cada vez más altos y pone presión en buscar a alguien que nos haga sentir lo de aquella vez, pero la mala noticia es que jamás volveremos a sentir lo mismo, pero eso no significa que no volveremos a amar así de intenso ni ser amados de la misma forma. Se trata de una perspectiva distinta, con el tiempo uno busca un refugio en el otro a partir del reconocimiento de uno mismo y sus errores como del otro. Amar quizá también sea reconocer al otro imperfecto y reconocerse imperfecto, y procurar, a pesar de eso, cuidarse entre ambos.
El mundo sabe el peso del primer amor y su impacto, todos, no por nada miles de canciones pop y cualquier género habla del tema, tanto de sus inicios como de la más aguda ruptura. El primer amor es un tema por el que vale la pena vivir y uno que la cultura popular nunca gastará, pues mientras haya enamorados, habrá una historia que recordar en el fondo de nuestros archivos.
Tanto es así que incluso existe un proyecto llamado A Collection Of Unsent Text Messages To First Loves. Se trata de una colección de más de 500 mil mensajes de texto jamás enviados a los primeros amores. Los mensajes son enviados anónimamente a la página y son de todas partes del mundo.
El proyecto lo inició Rosa Blue en 2015 para averiguar en qué color ve la gente al amor, pues para su investigación las presentaciones se muestran en el color que el remitente asocia a su primer amor.
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El amor nos enloquece a todos, de buena o mala manera. Es decir, tampoco podemos pasar por alto la existencia del Museum of Broken Relationships. Se trata de un museo en un palacio barroco en Croacia, en el que se exhiben objetos personales de parejas fallidas y breves historias de sus relaciones.
No cabe duda que pensar en el primer amor nos trae una nostalgia en el pecho, aquel viento nítido que se escucha en lo más alto de la montaña, una sensación de frescura pero también de desolación. Recordar también es parte de vivir y crecer, quizá no olvidar el primer amor es parte vital para recordar que alguna vez fuimos esos ingenuos enamorados, y que quizá no volveremos a ser así de ingenuos, pero no por eso menos enamorados.
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