El Museo Nacional del Prado este 2019 cumple su primer bicentenario, y a pesar de no ser el museo más visitado de Europa, no se encuentra lejos en el ranking y es que en su acervo se encuentran casi 8,100 obras.
Aunque al público sólo se exponen unas 1,300 piezas, sin duda, guarda dentro de sus salas las pinturas más importantes para entender la historia española, ya que hay que recordar que su acervo comenzó con las colecciones resguardadas por las diversas monarquías españolas.
Sin duda, dentro de sus paredes sobresalen tesoros como El jardín de las delicias de El Bosco; Saturno devorando a su hijo de Goya; El caballero de la mano en el pecho de El Greco; Las meninas de Velázquez; La familia de Carlos IV de Goya y La anunciación de Fra Angélico.
A pesar de que su acervo sea gigante, y el Patronato siga adquiriendo obras, no es de sorprender que los millones de visitantes deseen ver el cuadro más enigmático del pintor barroco Diego Velázquez, Las Meninas, ya que a pesar de que data de 1656, aún sigue causando revuelo la forma casi cinematográfica en la que muestra un pasaje tan costumbrista.
Por lo que enlistamos algunas de las razones por las cuales Las Meninas de Velázquez sigue enamorando a los espectadores, y suscitando análisis de los expertos en el tema; no por nada, es la joya en la corona del Museo Nacional del Prado.
FOTO: Diego Velázquez [Public domain]
La colocación del espectador
Aunque ahora la representación del movimiento es común, apenas en la época renacentista se estaba convirtiendo en una revolución dentro de la pintura.
Aunque algunos exponentes del barroco son más conocidos como los que replicaron todas las invenciones renacentistas, lo que encontramos en Las Meninas, es más parecido a un fotograma de una película por la cantidad de acción que contiene.
Y es que invierte el punto de vista y ubica al espectador desde el lugar del retratado, en vez del punto de vista del pintor, la forma más común de mirar un cuadro.
El reflejo en el espejo
Velázquez tituló al cuadro como La familia de Felipe IV, no recibió el nombre de Las Meninas hasta 1843, cuando los expertos de arte coincidieron en que la obra iba mucho más allá de un retrato de la familia real. Y es que la obra tiene un extraño elenco de personajes que incluyen una princesa, una monja, una enana, un bufón y el propio artista del Barroco.
Lo más curioso, es que de todos los personajes representados, sólo de uno no sabemos su identidad, el guardia que habla con la monja detrás.
Es curioso que Velázquez haya llamado en primera instancia a este cuadro La familia de Felipe IV, ya que sin lugar a dudas su autorretrato y la infanta Margarita María de Austria son el foco principal de la obra. Aun así, dentro del cuadro hay un espejo en el que podemos ver al rey Felipe IV y a la reina Mariana.
Algunos expertos asumen que los reyes están en el sitio en el que se posiciona el espectador frente al cuadro, y por lo tanto el lienzo que está dentro del cuadro, es un retrato de los reyes y la infanta se prepara para unirse a la pintura familiar.
Otros estudiosos teorizan que no es un espejo, sino un cuadro en el que Velázquez estaba trabajando, ya que en realidad hay muchos cuadros dentro del propio cuadro de Las Meninas.
Sin duda, una muestra metaficcional de la pintura barroca, con preciosos claroscuros, y que hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta lo que Velázquez buscaba con este cambio de perspectiva.
El papel de Velázquez
A pesar de que el mecenazgo a pintores se volvió algo reglamentario dentro de las noblezas del mundo, el papel de estos artistas era rebajado al de meros artesanos, ya que este arte se veía por debajo de la música o la literatura.
Por lo que, si lo que vemos al fondo de Las Meninas es un espejo donde los reyes están reflejados esperando ser retratados, en esa época era más que una novedad que un pintor estuviera en un cuadro junto a la realeza.
Aunque el foco principal se encuentra en la infanta Margarita, sin duda no podemos obviar al propio Velázquez, que sin duda sobresale mucho más que la diminuta representación de los reyes en el fondo.
Para algunos de los estudiosos del cuadro, esto pone de manifiesto una vieja reivindicación de los artistas del siglo XVI, que era el otorgarle más valor a la labor de los pintores, darles el lugar que merecían dentro del mundo del arte.
Andrea Imaginario, historiadora de arte, dijo para BBC:
Lo que nosotros vemos dentro de Las Meninas de Velázquez exactamente no es solo el retrato de algo, es la elaboración de un concepto sumamente complejo, un concepto literario. Este concepto trastoca lo que se supone que debería ser, o lo que se supone que la gente entendía en esa época como la función de un cuadro, que era la de registrar la historia, o registrar los valores y las ideas.
Así pues, además de regalarle al mundo una perspectiva nueva y cinematográfica, Diego Velázquez reafirmó la importancia de la pintura dentro de este universo donde su trabajo era vilipendiado y pone a los reyes como observadores de lo que él quiso, mas no de sí mismos.
Sin duda, una de las obras más enigmáticas e increíbles que ha dejado la historia del arte, y que es resguardada entre las paredes del Museo Nacional del Prado.
FOTO: Emilio J. Rodríguez Posada [CC BY-SA 2.0].