El ejercicio de correr va más allá de recorrer de una distancia a otra. Hablamos de una acción que nuestra especie ha hecho desde el inicio de los tiempos para sobrevivir, pero también para disfrutar.
Cuando hablamos de correr, casi siempre pensamos en que se trata de un ejercicio monótono y muchos incluso lo piensan como uno ridículo, en el que no tiene sentido correr sin parar alrededor de un circuito. Sin embargo, y para todos aquellos que aman correr, saben que este ejercicio explora dimensiones más allá de las físicas.
¿Quieres ponerte en forma mientras también ejercitas y despejas la mente? Correr es el ejercicio ideal para lograrlo. Es decir, casi cualquier actividad física de alto rendimiento que nos ejercita, funciona de esa manera. Sin embargo, correr se sostiene en las raíces primitivas de su acción.
Al ser un ejercicio intrínseco en nuestra naturaleza, disfrutarlo se ha convertido en la clave principal para hacerlo parte de nuestra rutina. A veces solo tenemos demasiada neblina en la cabeza, el ruido nos sofoca, los pendientes crecen y crecen y crecen, de repente la habitación de nuestro pecho comienza a incendiarse de la angustia y nuestros sentidos se marean. El vértigo de los deadlines y toda la lista de deberes que aún falta por terminar nos supera.
Quisiéramos huir de todo, y para huir tenemos la sensación de tener que correr. Hay que correr y dejarlo todo atrás. Algo así es correr como ejercicio diario o constante. Si bien, correr en un circuito en el que solo damos vuelta no significa dejar todo atrás de manera literal, al menos sí lo es de manera metafórica y nuestra alma y nuestro cuerpo así lo interpretan.
La sensación de libertad que nos ofrece correr nos desahoga de toda la carga que el mundo y sus exigencias nos arroja. Esta sensación trasciende los terrenos metafísicos, pues de hecho también se refleja a nivel mental.
Hoy en día la salud mental es un tema al que ya se le están cayendo todas las telarañas del tabú en el que habitaba. Cada vez es más común hablar de esto sin temor a ser señalados negativamente. Igualmente, la conversación también se ha encaminado hacia las alternativas en las que podemos recuperar o mantenernos estables de la salud mental.
Al mismo tiempo que correr fortalece nuestros músculos y nuestra salud cardiovascular, también lo hace con nuestra mente.
Con una caminata rápida, vas tomando el ritmo poco a poco y empiezas a elevar la velocidad junto con los pies y entonces empiezas a trotar, para después dejarte llevar por tu propio ritmo y el viento, y empiezas a correr. Tu corazón se acelera, tu respiración trabaja más duro y tu mente se prepara para correr más intensamente. A medida que vas aumentando el ritmo, tu cerebro libera endorfinas, las hormonas del placer natural.
Esta sensación de placer y gusto por superar nuestro propio ritmo y meta es inmediata, es una de las ventajas que ofrece este ejercicio. Correr nos hace felices al momento de estarlo haciendo, nos relaja el cuerpo y muchas veces hasta nos hace sonreír en el momento preciso del ejercicio.
Asimismo, correr no sólo nos dibuja una sonrisa en el rostro, sino que también nuestro cerebro sonríe, pero ¿de qué manera? Descubre cómo es que afecta metafísica y físicamente correr a nuestro cuerpo.
Control del estrés
Cuando el estrés se apodera de nuestro cuerpo parece que quedamos relegados de la cabina de control de nuestro sistema, pero correr nos ayuda a regresar y tomar las riendas. Esto sucede ya que al correr se aumentan las concentraciones de norepinefrina, un químico que ayuda a moderar la respuesta del cerebro al estrés.
Correr con luz
Si eres de los que corre durante el día, ya sea mañana o tarde, esto te beneficia en muchos sentidos. La vitamina D que nos ofrece el sol es un nutriente que nos ayuda a reducir la posibilidad de sufrir síntomas depresivos.
Evita el deterioro cognitivo
Todavía no se ha encontrado una cura eficiente contra el Alzheimer, pero definitivamente, se ha comprobado que correr estimula la capacidad del cerebro para reducir y retrasar el deterioro cognitivo que comienza después de los 45 años.
Los expertos afirman que ejercitarse arduamente entre los 25 y 45 años, nos ayuda a estimular los químicos cerebrales que se encargan de prevenir la degeneración del hipocampo, parte importante del cerebro para la memoria y el aprendizaje.
Tranquilidad mental
Cuando corremos liberamos químicos que durante y después de ejercitarnos, ayudan a quienes sufren ansiedad a encontrarse más sirenas y relajadas. Mover el cuerpo es una forma saludable para manejar momentos de crisis.
Estimula tu cerebro
De hecho, cualquier ejercicio cardiovascular ayuda a crear nuevas células cerebrales y a mejorar nuestro rendimiento general del cerebro. Correr intensamente nos ayuda a aumentar los niveles de una proteína del cuerpo que segrega el cerebro, y que se cree que nos ayuda en la toma de decisiones, nos ofrece un mejor razonamiento y un mejor aprendizaje.
Combate problemas del sueño
Si eres de los que tiene problemas para dormir, correr puede ayudar a solucionar tu descanso. Mover el cuerpo en un promedio de cinco a seis horas antes de la hora de dormir nos ayuda a aumentar la temperatura central del cuerpo, y cuando esta baja al nivel normal, en unas horas después, es un indicador natural para el cuerpo de que es hora de dormir.
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