En la actualidad, la producción de películas basadas en afamadas franquicias originales de cómics ha llegado a un exceso y algunos especialistas del Séptimo Arte afirman que se han convertido en parte del establishment del negocio cinematográfico contemporáneo.
Esta aseveración tiene bien dispuestos sus fundamentos, como ha demostrado de sobra el cine de superhéroes, que se basa en novelas gráficas y cómics relevantes para llevarse galardones (por ejemplo, el reciente éxito de Joker). Es un reto proponer importantes avances técnicos y narrativos para llevarlos a las pantallas, lo que exhibe el magno esfuerzo del Universo Cinematográfico de Marvel y sus joyas Avengers: Infinity War y Avengers: Endgame, sino es que la fenomenal evolución de la animación tradicional propuesta en Spider-Man: Into the Spider-Verse (2018). De menos, es una base que se convierte en una excelente traducción de las viñetas de historieta a la pantalla grande.
Pero en esta ocasión no hablaremos de las adaptaciones al cine. Ya que el cómic en vista de “lo impreso” nos lleva a un medio de expresión diferente. Comparte muchas características con la estampa y el grabado, proporciona un enfoque muy útil para comprenderlo y a través de imágenes y texto, ofrece información visual y gráfica que, lejos de ser muy compleja, luce por su fácil comprensión. Es otro lenguaje con el cual la sociedad recibe una novedosa interpretación de mensajes.
En el cómic se puede hallar más que un simple medio de expresión, puesto que lleva al receptor a interpretarlo, es decir, produce en él una reacción imaginativa, siendo una forma de comunicación que deja varios espacios “al aire” para que la persona lo entienda a su manera.
De esta manera, insiste en ser mucho más que una simple forma de entretenimiento para acercarse a un fenómeno artístico, lo cual se trata de una de las evoluciones más interesantes dentro de un género con frecuencia menospreciado y minimizado.
De hecho en la actualidad, cada una de las portadas de los cómics más célebres tiene un valor cercano a los miles de dólares, dependiendo de su condición. Destacan como las de Spider-Man, que se han convertido en pequeñas curiosidades de alto costo dentro del selecto mundo de los coleccionistas.
Coleccionar es un instinto humano básico y muy antiguo, propio de personas organizadas, cuidadosas y hasta cierto punto obsesivas. Ya sea de sellos o de lámparas, de cuadros, abanicos o de electrodomésticos, una colección puede convertirse en una pasión de por vida, con todo lo que ello implica. Dentro del mundo del coleccionismo existen distintas ramas y especialidades, siendo el cómic una rama muy llamativa, existiendo un espectro de colecciones y coleccionistas.
Sea como sea, el impacto del cómic se puede tomar en cuenta debido a que es una forma de información sencilla y agradable, que vive en un mundo rápido y agitado, necesitando medios fáciles de comprender y leer. Además, los mensajes en capas de una historieta, seguido llegan mejor al lector de esta forma que en medios más complejos.
El cómic no es “cosa de niños”. Pese a las críticas que pueda recibir o ser considerado un género “infantil” o “no tan adulto” por los prejuicios, sino es que el contexto histórico que lo volvió parte de la cultura universal, ha ido ascendiendo, evolucionando y transformándose en un medio artístico de relevancia nacional e internacional.
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