El humano moderno ha cambiado sus debates a una discusión que lucha por convertir el campo de batalla en uno abstracto, para abandonar el objeto como tal. En el caso de los libros, ¿qué es mejor, el libro físico o los libros electrónicos? ¿Swipe o pasar la página literalmente?
Los aficionados a los clásicos dirán cosas como: no hay como el olor de las páginas de un libro viejo. Mientras que, los que han sabido adaptarse a las nuevas tecnologías tendrán sus motivos como: No hay como evitar la tala de árboles para la producción del papel. Es decir, ambos tendrán razones de peso, muchas más de las que habitan en el romanticismo del recuerdo, o en las ideologías que buscan un cambio en la forma en la que vivimos.
Sin embargo, ¿por qué se miran únicamente como opuestos estos conceptos, y no como complementos uno del otro? Quizá es porque hemos maldireccionado el debate y no nos hemos detenido a observar un punto en común. Todo tiene un punto medio, en el que las cosas simplemente se conjugan para dar paso a lo que la tecnología está preparando para el futuro.
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Pensemos en la industria de la música. Antes corrías a comprar el CD de tu artista favorito, hoy muchas veces basta con un play y listo. Además, no sólo eso, incluso el concepto del álbum se está diluyendo entre los sencillos que lanza cada artista. Pero antes de jalar este otro hilo de media, detengámonos en el intermedio en el que aún se conserva la “tradición” para aquellos coleccionadores de obtener el CD o vinil, en caso de ediciones especiales, como objetos únicos, mientras también descargan la música en alguna plataforma para reproducirla cientos de veces. En este ejemplo hay un punto intermedio claro y conciso, obtienes el objeto por motivos de romantización (sin significar nada negativo), pero también obtienes la experiencia de la música en otra plataforma.
Regresando al tema de los libros, quizá no se trata sólamente de la conservación del objeto en sí como un motivo decorativo o de añoranza. También pensemos en la implicaciones prácticas que cada uno tiene. Antes pensabas en la clásica pregunta de, ¿qué libro te llevarías si estuvieras atrapado en una isla desierta? Antes era un reto, algo divertido. Hoy es fácil: eliges llevarte tu Kindle con cientos de títulos para disfrutar de la soledad y el mar.
Quizá no hemos terminado de mutar entre una generación y otra, y quizá aún faltan un par de años para que la existencia de los libros físicos sea completamente un motivo de museo. Sin embargo, lo cierto es que cada quien se acomoda a como dé lugar. En lo que a mí respecta, tener la opción de elegir descargar los libros en una nube, o tener un librero físico, sigue siendo una suerte que aún tenemos.
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