El futbol es uno de los deportes que más pasiones levanta. Ser sede de un Mundial es uno de los mayores privilegios que le pueden pasar a un país, y México ya celebró dos justas mundialistas (1970 y 1986). Por eso no está de más recordar los momentos que marcaron el Mundial de México 1970, el cual el pasado 31 de mayo cumplió 50 años de haber sido inaugurado.
Para contextualizarnos, recordemos que a finales de la década de los años 60 y principios de los años 70, la moda marcaba usar ropa con tela poliéster y colores psicodélicos. Los tonos brillantes, pantalones ajustados en la parte superior –algunos acampanados en la inferior–, así como los zapatos de plataforma imperaban en la vida casual de aquellos años, tanto en hombres como en mujeres, y algunos mantenían los cuellos anchos en las camisas. Para 1970, sonaban temas como “Paranoid” de Black Sabbath, “Immigrant Song” de Led Zeppelin o “Get Back” de The Beatles.
Pero en México, el inicio de aquella década la inscribió en la historia el mencionado 31 de mayo de 1970. Poco antes del mediodía, bajo el cielo azul y abrazados por el calor de la entonces Ciudad de México, decenas de niños uniformados de verde, amarillo, azul, blanco y rojo corrían sobre el césped perfecto del Estadio Azteca. Desde el centro del campo, cientos de globos de colores se elevaron al cielo, cadetes militares recorrieron la cancha con las banderas de los 16 países que participaron en la Copa del Mundo México 70. La pelota rodó en el partido inaugural entre el Tri y la Unión Soviética, encuentro que terminó empatado sin goles.
Fue la primera Copa del Mundo transmitida a nivel global y a color, gracias a un nuevo sistema satelital que, nunca antes en la historia mundialista, llevaría a las televisiones de millones de hogares del orbe todos los partidos de la Copa del Mundo. Además el Mundial se jugaba fuera de Europa y Sudamérica por primera vez.
Del partido inaugural poco se recuerda, quizá por las escasas emociones que brindaron los protagonistas. Pero la historia tiene otros datos: El debut de las tarjetas (amarilla y roja) para sancionar así como las sustituciones de futbolistas. También apareció por primera vez el balón “Telstar”, que lucía un diseño con pentágonos negros y la competencia fue animada por Juanito 70, mascota mundialista representada por un niño gordito que utilizaba sombrero de paja y vestía una camiseta verde que le llegaba al ombligo.
El 17 de junio, ya en la etapa semifinales, se disputó el “Partido del Siglo” entre Italia y Alemania, un duelo lleno de calidad, emoción y dramatismo. Era como ningún otro antes jugado y se decidió en tiempos extras tras el empate parcial a uno en el tiempo reglamentario. A la fecha en el Estadio Azteca existe una placa conmemorativa de este enfrentamiento, el cual tiene grabada en mayúsculas la siguiente frase: “El Estadio Azteca, rinde homenaje a las selecciones de Italia (4) y Alemania (3), protagonistas en el Mundial de 1970 del “Partido del Siglo”. Ese mismo día, Brasil derrotó a Uruguay 3-1, en un juego en que Pelé plasmó su genialidad con un extraordinario “no gol”, al amagar al guardameta charrúa y dejar correr la pelota, para después cruzar el tiro, que pasó a centímetros de la portería.
La final entre Brasil e Italia es memorable por la brillante exhibición “verdeamarelha” liderada por Pelé, quien además de levantar aquella Copa del Mundo, anotó, sirvió para gol y guio a un equipo creativo y lleno de recursos al ataque, que conquistó el planeta con su futbol artístico. Probablemente fuera el nacimiento universal del hoy conocido “Jogo Bonito”.
Hace medio siglo marcó un antes y un después en la celebración de la cita cuatrienal, durante 22 días el héroe, por mucho, de esta historia se llama Edson Arantes do Nascimento “Pelé”, como recuerda el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro El futbol a Sol y sombra, cita a la prensa inglesa al referirse a la justa mundialista, en general, y al equipo brasileño, en particular, al describir que, “debería estar prohibido un futbol tan bello”.
16 años después el Estadio Azteca fue testigo de un nuevo héroe o villano, depende la cara de la moneda, Diego Armando Maradona, hacía vibrar, emocionar, enojar, todo en el césped del “Coloso de Santa Úrsula”, pero esa es otra historia...
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