La biblioteca musical cada persona está dividida en dos partes: sus bandas favoritas y las agrupaciones que lo transportan a lugares o momentos que marcaron su vida. Esta última comienza (o al menos eso sería lo más común) a formarse desde la adolescencia, justo cuando los sentimientos están a flor de piel y prácticamente cualquier cosa puede orillar, noquear mentalmente, a cualquier joven directo hasta su cama, llorando.  

Probablemente uno de los responsables más grandes de lo anterior fue un grupo de jóvenes tamaulipecos que, bajo el nombre de División Minúscula, a partir de 1996, compuso canciones capaces de mover las fibras más sensibles de nuestro cuerpo. La banda surgió durante el movimiento llamado happy-punk, grupos de jovencitos que tocaban música rápida y estridente, pero que cantaban sobre temas románticos o de desamor. Y es que, a lo largo de los años, División Minúscula ha sido todo un fenómeno. Existe algo en sus melodías, en el contenido de sus letras, que por más de dos décadas ha fascinado a las generaciones que en un momento específico saltan de la pubertad a la adolescencia. El discurso de la banda es comprensible y empático. 

A pesar de que el andar musical de esta agrupación comenzó en 1996, su primer disco, Extrañando Casa, fue lanzado en 2001, a partir de ahí comenzó su ascenso a las grandes ligas del rock. Ya con su segundo material, Defecto Perfecto, publicado en el 2006, se ganaron una buena base de fans. De hecho, este disco, se ha convertido en el más emblemático de la banda, e incluso fue certificado con Disco de Oro por más de 100 mil copias vendidas. Entonces los nominaron en las categorías Artistas Promesa y Mejor Artista Alternativo en los premios MTV Latinoamérica.

Para el 2008, retornaron a la escena con Sirenas y 4 años después, 2012, gestaron su álbum División, y para este 2018 lanzaron Fronteras el cual se grabó en las instalaciones de la Sala Roberto Cantoral, donde dieron vida nueva a sus más grandes éxitos, trabajando con ellos productores como Abelardo Rivera, Jair Alcalá, Pipe Ceballos, Adán Jodorowsky, Francisco y Mauricio Durán (ex Bunkers) y Odilón Chávez. Un álbum que hace honor a la historia de la agrupación pero que, en definitiva, empuja a sus integrantes más allá de su zona de confort, a ser meticulosos en la producción, en los arreglos que desnudan las canciones hasta lo más primordial de su composición. 

Para entenderlo mejor haremos una comparación, en inglés existe un término para denominar un género, ya sea literario o fílmico. Se trata del coming-of-age, relatos en los que el protagonista alcanza, por los motivos que sean, la edad adulta. Descubrimos que la historia de su banda, División Minúscula, es una que perfectamente podría entrar dentro de ese apartado. Su música ha mejorado con el paso de los años. Desde su primera producción hasta su más reciente material, siempre tratan de llevar más allá la música. 

Aspecto que se ha reflejado en su poderoso sonido, y que cuenta con el respaldo de los productores. Muestra de lo anterior será exhibido arriba del escenario del Teatro Metropólitan de la CDMX el próximo viernes 13 diciembre, para ofrecer un energético show que será el cierre de su gira Fronteras, disco con el cual reflejan dos décadas de evolución musical. 

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