Entre altas planicies, coníferas, hojas verdes y un suelo dorado de tierra seca, verde, húmeda o arena, a veces un mar. El escenario perfecto para que la vida suceda, lo llamamos Tierra, el tercer planeta de nuestro Sistema Solar. Como casi cualquier cosa que habita en ella, hoy celebramos su fecha. 

Como cada 22 de abril, conmemoramos el Día Mundial de la Tierra, para recordar que no hay lugar como el hogar. Hace más de 4 mil millones de años que nuestro planeta existe, desde entonces, ha orbitado alrededor del Sol para sufrir una enorme lista de cambios que lo convirtieron en una esfera llena de vida. 

A menos de un cuarto de la existencia de esta magna esfera en el espacio, nuestra especie la ha habitado alrededor de 2 millones de años. Es decir, somos apenas el rescoldo de un instante para todo lo que ha vivido nuestro planeta. Sin embargo, esta cantidad de años ha significado una conciencia mutua sobre nuestro entorno, nosotros mismos y hasta lo que la vida misma significa, tanto en términos científicos como en pinceladas ontológicas y hasta espirituales. 

¿Por qué se ha elegido esta fecha? De acuerdo con Kathleen Rogers, presidenta de la organización del Día de la Tierra en Washington, afirma que un 22 de abril en 1970 fue miércoles, un día “sencillo” para convocar a los manifestantes en favor del medio ambiente en todo el país (Estados Unidos). 

Por otra parte, en 1972 se llevó a cabo la Cumbre de la Tierra de Estocolmo, es decir, la primera conferencia internacional sobre medio ambiente y en donde se establecieron bases y acciones a emprender para cuidar el agua, la flora y fauna de nuestro planeta en función de la educación ambiental. 

A estas alturas, es absurdo no asumir que nuestro planeta está viviendo las consecuencias de una civilización ansiosa por innovar y crecer a costa casi de cualquier precio. Si bien, no se trata de un problema individual, sino más de uno colectivo en el que gobiernos e instituciones no han sabido manejar adecuadamente sus herramientas para causar el menor de los daños, también existen fisuras del sistema en donde nuestro granito de arena puede ayudar más de lo que pensamos. 

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