Han pasado seis años desde el último lanzamiento en solitario de Beyoncé. Después del asombroso álbum visual de 2016, Lemonade, el gigante del pop lanzó una colaboración sólida pero canónicamente olvidable de larga duración con su esposo Jay-Z (como los Carter), además de The Gift de 2019, su vibrante banda sonora para la nueva versión de Disney de El Rey León. 

La prolongada espera de su séptimo álbum otorga a su título, Renaissance, una multiplicidad de significados, un guiño al regreso de Beyoncé y también al rejuvenecimiento de la sociedad post pandemia. 

Se aventura más allá del pastiche hacia un territorio mucho más ecléctico y aventurero: una excelente banda sonora para un verano salvaje de caos y alegría.

El bounce clásico de ritmo rápido de Nueva Orleáns se fusiona con el disco brillante inspirado en Diana Ross, con toques de soul, afrobeats y el gqom, género sudafricano clásico de 2010. Las canciones fluyen como una mezcla continua, con cambios de ritmos, como trap, house, Jersey Club, New Jack Swing e incluso maximalismo descarnado y contundente, a menudo en el espacio de una canción.

De esta manera presenta un disco ecléctico, que busca felicidad por medio de 16 canciones y por encima de las expectativas políticas que ha cargado en los últimos años. Como le dijo a Harper's Bazaar en 2021: “Con todo el aislamiento y la injusticia del año pasado, creo que todos estamos listos para escapar, viajar, amar y reír nuevamente. Siento que está surgiendo un renacimiento y quiero ser parte de fomentar ese escape de cualquier forma posible”.

Beyoncé no busca redención o justicia, sólo divertirse y renacer con una mezcla de géneros, que funcionan bien entre ellos.

Promocionado como el Acto I de una trilogía ya confirmada, Renaissance no llega a ser el mejor LP de Beyoncé, pero aun así cumple con sus objetivos de liberación. 

Beyoncé tiene poco que demostrarle a alguien con una exitosa carrera de 25 años, pero el comienzo de estos tres actos, demuestra que aún puede esforzarse y profundizar en nuevos sonidos, estilos y valores.

Es una celebración de vivir en abundancia y fuera del ámbito de las expectativas de los demás, y actúa como un recordatorio de lo raro que es presenciar a esta artista hiper disciplinada simplemente divirtiéndose en sus propios términos. 

Su sensación de libertad es palpable en todo momento y es un estímulo contagioso para la acción.

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