En la época en la que se ha dado por hecho que un artista joven tiene, por definición, que renunciar al formato largo, Veinte deja claro que el LP sigue teniendo sentido, y que puede ser relevante y actual. 
 
Como tantos otros lanzamientos de estos últimos meses, El tono del álbum -frágil, dubitativo, emocional- captura a la perfección el desconcierto de una edad: es un disco sobre la incertidumbre vital y emocional, y ha ganado peso con los meses.
 
Veinte es inmediato, fresco, dura apenas 25 minutos. No necesita más. La historia de dani es, en gran medida, la historia de una generación, del viaje de su Vigo natal a Madrid, de los sacrificios persiguiendo una vocación musical, aderezada con un encuentro casual con la discográfica que terminaría publicando su primer LP: sus primeros pasos en el Volcán fueron parte de unas prácticas externas de la carrera.  

La historia de dani es, al mismo tiempo, la de una herencia que trasciende lo generacional. Creció en un ambiente musical (por sus venas corre la sangre de la movida viguesa), se formó en el conservatorio y quien quiera bucear en Google la puede encontrar interpretando una delicadísima versión de "Moon River" en un entorno improbable. Con solo 22 años ya tiene un pasado musical más que solvente. 
 
Si uno rebusca en las influencias de dani se topa con varias sorpresas. Si, precisamente, el eclecticismo es la seña generacional de los nacidos alrededor del cambio de milenio, quien vea una lista de sus canciones más escuchadas al final de año se puede encontrar tan pronto a Mura Masa y a los Carpenters, a Billie Eillish y a ABBA, a Disclosure y a Vanessa Paradis. Independientemente de la época o la nacionalidad, la sensibilidad de dani conecta con la melancolía pop bailable.
 
Sería injusto no mencionar el papel del productor de estas canciones. Las composiciones de dani se ven aupadas por la producción matizada y contemporánea de Aaron Rux, conocido por su proyecto en solitario con el que ha publicado dos álbumes: Pacific Princess (2016) y Crying Cowboys (2018). El colaborador habitual de Joe Crepúsculo es el partner-in-crime de la viguesa, y juntos han huido de las guitarras acústicas para acercarse a un pop ensoñador y melancólico, que sirve al mismo tiempo de banda sonora de un after y para escuchar llorando en la cama.
  
Las canciones de Veinte son capaces de remitir al mismo tiempo a Frank ocean y a Charli XCX, como en “Lágrimas”, de convertirse en melancólicos medios tiempos con toques funk como en “Fui yo” (un hit digno de sonar en Studio 54 a finales de los 70) o de sonar rabiosamente contemporáneas, como “ojalá”. Como buena hija del cambio de milenio se adapta a todos los géneros y todos los hace suyos.
 
Si tuviera que colocar en el tablero del pop contemporáneo a dani estaría en un punto intermedio entre la melancolía urbana nacional de Sen Senra y el colorismo discotequero del nuevo pop francés de artistas como Clio, Polo&Pan o Alice et Moi.
  
La década de sus veinte y se inicia para dani con este LP. No es más que el primer paso de una de las más prometedoras carreras del pop español contemporáneo. Ya lo verán.