No sólo somos polvo de estrellas, somos ancestros de las luces a miles de millones de años luz que nuestro mapa astral ha dibujado a lo largo de nuestra historia. Quizá no importe tanto saber quiénes somos ni de dónde venimos, sino qué hacemos con la experiencia humana y los conocimientos del cielo nocturno que nos abriga por las noches y sus misterios.
En el pasado el temor a la oscuridad estaba reflejado en muchos sentidos, no por nada el bosque era uno de los elementos favoritos en las fábulas que enseñaban a los niños a tomar precauciones y no exponerse a tanto peligro, de ahí el cuento de la Caperucita Roja y demás, pero, ¿qué hay del cielo? O mejor dicho, ¿qué hay del espacio y esa masa oscura a la que nadie ha llegado más allá de los límites entre la luna y nuestro planeta?
El mayor temor era que un día de verdad el sol no regresara para el término de la noche, de ahí las mitologías astrales en las que nuestra humanidad se refugió en lo que “encontraba” una respuesta. A decir verdad, e incluso después de tantos avances científicos y con próximas misiones tripuladas a Marte, todavía no podemos saber una respuesta al respecto.
El misterio de la existencia, al aparecer, seguirá siendo el velo que nunca podremos quitarnos de encima, quizá de ahí la magnificencia de la misma. Es decir, “existe la profunda y atractiva noción de que el Universo no es más que el sueño de un dios, mientras que otra gran idea dice que los hombres podrían no ser los sueños de los dioses, sino que los dioses son los sueños de los hombres”, afirmó alguna vez uno de los más entrañables e increíbles científicos del siglo XX, Carl Sagan.
Fue un 9 de noviembre de 1934, en la ciudad de Brooklyn, Estados Unidos, que Sagan llegó al mundo para cambiar la perspectiva de toda una generación acerca del espacio y sus inhóspitos misterios.
Además de astrónomo, Sagan fungió como divulgador científico y escritor, sus descubrimientos fueron destacables para la astronomía contemporánea. Sin embargo, uno de sus aportes más sobresalientes para el mundo y la cultura popular fue la emblemática serie documental Cosmos, un viaje personal (1980), con la que acercó al universo y la ciencia a la población en general. Actualmente, su legado de la serie lo avivó el actual científico y divulgador Neil deGrasse Tyson.
Lo que probablemente no sabías de Sagan...
Sagan hizo de todo un poco, por ejemplo, trabajó como asesor de la NASA a muy temprana edad desde la década de los 50. Además, instruyó a astronautas y los preparó para experimentos. Asimismo, fue el responsable de uno de los mayores logros como humanidad (lo contrario pensó Stephen Hawkings) pues fue el responsable detrás del famoso Disco de Oro de las Voyager lanzado en 1977, un mensaje universal con contenido de nuestro planeta y dirigido a la posible vida extraterrestre.
En cuanto a su labor como escritor fue realmente reconocida en muchos sentidos, por ejemplo, una de sus creaciones: Los dragones del Edén: especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana fue una obra reconocida con un Premio Pulitzer en 1978.
Mientras en el área científica contribuyó significativamente, su descubrimiento de las altas temperaturas superficiales del planeta Venus fue imprescindible para las investigaciones astronómicas del planeta y nuestro Sistema Solar en general.
De hecho, este descubrimiento le hizo tomar conciencia sobre el peligro que vive la humanidad con respecto al calentamiento global. Sagan comparó el proceso que había llevado a Venus a ser un planeta inhabitable con el proceso que vive la Tierra por medio de los gases de efecto invernadero.
Isaac Asimov, escritor y divulgador contemporáneo del científico, alguna vez admitió que tanto Carl Sagan como Martin Minsky (considerado uno de los padres de la inteligencia artificial) eran las únicas dos personas que había conocido con un intelecto superior al suyo.
También fue el creador de una de las grandes obras de ciencia ficción llamada Contacto, la cual la publicó en 1985 y se adaptó al cine en 1997 por Robert Zemeckis, con Jodie Foster como protagonista. La adaptación cinematográfica ya no la pudo ver el científico debido a que murió un año antes por una fuerte neumonía a sus 62 años.
Contacto habla sobre cómo “durante siglos la humanidad ha soñado con la vida más allá de la tierra. El proyecto Argus, un sofisticado complejo de radiotelescopios, busca la señal que indique la existencia, en algún lugar del universo, de una inteligencia extraterrestre. Una tarde, el curso de la historia humana cambia para siempre: se ha tomado contacto”.
No cabe duda que Sagan más que una mente brillante, era un soñador que esperaba que el mundo obtuviera más respuestas entre los colores del cosmos. Y es que quizá, mientras exista una especie con la capacidad de cuestionarse sobre su existencia mirando hacia las estrellas, el eco de esta pregunta aterrice en otras mentes con vida inteligente muy similar a la nuestra.
Si no es matemáticamente infinito, queda claro que la medida del universo es inexplicable a nuestras dimensiones terrestres y humanas, por lo que quizá exista algo muy parecido a nosotros esperando ser encontrado como nosotros mismos. Es decir: “Si estamos solos en el Universo, seguro sería una terrible pérdida de espacio”.
Descubre más de Sagan sólo en Sanborns.