Podemos creer lo que sea acerca de la industria de la moda y aún así esto no nos deslinda de un hecho irrefutable: la ropa que usamos es una expresión de nosotros mismos.
Esta premisa ha sido explotada por muchos grupos, como la comunidad LGBT+ quienes incluso crearon simbolismos específicos para saber “quiénes eran como ellos”, sobre todo en momentos donde las sexualidades diversas eran perseguidas.
Pero esos simbolismos eran creados desde los mismos nichos, no desde las grandes casas de moda, a pesar de que eran dirigidas por hombres gays. Muchos diseñadores importantes han tenido una sexualidad distinta, y no sólo ellos, en general la industria de la moda ha sido un lugar seguro para la comunidad LGBT+.
Hace poco leí un artículo en Elle México en la edición de junio, el issue diverso.
El artículo tiene por título “¿Es la moda queer? Una aproximación a la moda y la homosexualidad”, dentro del corto texto, que más que un análisis parece un listado de diseñadores gays, había una frase que saltaba de entre todo: “visión homosexual”.
Algo que sonaba a un superpoder, como si el tener una sexualidad distinta te dotara de visión de rayos x o, en este caso, de una visión estética que te da el talento para trascender en el mundo de la moda.
No podemos culpar al redactor del texto, tenía muy pocos caracteres para enraizar un tema del cual se han escrito libros enteros, e incluso una exposición con base en la antología de ensayos A Queer History of Fashion: From the Closet to the Catwalk creada por Valerie Steele. Y claro, sin nombrar todos los estudios especializados que se han hecho alrededor del tema.
Con el tiempo se ha vuelto casi un cliché que los hombres homosexuales tienen el don de saber vestirse bien, lo cual es más que estereotípico e incluso discriminatorio, ya que es como decir que los negros saben rapear sólo por serlo. En realidad esta característica es más bien atribuible a la sociedad machista en la que vivimos; pero retomaremos este tema después.
Algo que es cierto es que el contexto en el que nos desarrollamos y vivimos condiciona nuestras perspectivas, acciones y pensamientos y esto es notable en las creaciones artísticas. Simplemente, Gabriel García Márquez no hubiera escrito realismo mágico si hubiera nacido en Checoslovaquia.
Aun así, en definitiva creo que un contexto y una sexualidad no te dota de una “visión homosexual”, tal vez de una sensibilidad específica (como la sensibilidad camp), lo que es muy distinto.
A pesar de esto, muchos diseñadores han roto paradigmas en cuanto al género, conjuntando contextos, teorías y momentos históricos. En este texto, hablaremos de dos diseñadores que han roto paradigmas y un evento, el cual su fin es crear espacios de expresión queer.
Rudi Gernreich
Rudi Gernreich, en pocas palabras, es el padre del actual gender bender.
Este diseñador austriaco, llegó a Estados Unidos huyendo del régimen nazi. Asentándose en Los Ángeles, antes de ser un diseñador de moda fue bailarín, una característica que fue fundamental en él, ya que una de las principales propiedades de sus creaciones era la libre movilidad de hombres y mujeres.
Sus creaciones cuestionaban los límites del género y la identidad, en 1965 el diseñador aseguró que "el atractivo básico masculino-femenino está en las personas, no en la ropa. Cuando una prenda se vuelve lo bastante básica, pueden utilizarla ambos sexos".
Por ejemplo, los caftanes sin género, acompañado de modelos andróginos. Una de sus principales preocupaciones era la de despojar a los cuerpos de las cárceles de la vestimenta, como lo hizo Madeleine Vionnet haciendo vestidos sin corset en 1906.
En este sentido, en 1971, Rudi Gernreich proclamó: “La moda, tal como la conocemos, está muerta. En el nuevo entorno del futuro, la gente aceptará sus cuerpos. La ropa será utilitaria, orgánica y mínima. Nos liberará para pensar en cosas más importantes”.
A través de la moda buscaba romper el tabú con el cuerpo y la vergüenza que en consecuencia siente, sobre todo el cuerpo femenino. Dentro de sus diseños más atrevidos está el monokini, que aún en nuestra época saltaría a la vista, y si quisieras subir una foto con él, Instagram bajaría tu publicación en un abrir y cerrar de ojos.
FOTO: DimiTalen [CC0]
Gernreich quería hacer la ropa del futuro, una inquietud muy de los sesenta y setenta. En este futuro que vislumbra el diseñador, las mujeres son libres de expresar su cuerpo, así como su sexualidad. Él diseñaba de acuerdo a lo que sucedía a su alrededor y respondía desde su trinchera a la liberación femenina y la comunidad LGBT+.
Fue un gran activista por la comunidad de la que él formaba parte, creando Mattachine Society, la segunda sociedad homófila en Estados Unidos, la cual luchaba por los derechos. Todo esto en 1950, mucho antes de los disturbios de Stonewall.
Cuando miramos la vida y obra de Rudi Gernreich encontramos a un pionero de muchas luchas y ruptura de paradigmas. En definitiva, el padre de la explosión del gender bender de nuestra época.
DapperQ
Lo que inició en los sesenta y setenta con Rudi Gernreich, está teniendo una de las cúspides en este siglo. En 2018 fue la quinta edición de DapperQ, el evento creado por Anita Dolce Vita, el cual busca poner en el centro la moda queer con toda la diversidad que conlleva.
Lo que ha llevado a DapperQ a ser uno de los eventos más interesantes de la New York Fashion Week.
Todo lo que conlleva esta fiesta de lo diferente es una forma de activismo, desde las personas trabajando detrás, hasta lo más visible, las marcas queer que hacen desfilar sus atuendos y los modelos que los portan.
Con un abanico tan distinto de razas, sexualidades, tipos de cuerpo, género y discapacidades, DapperQ se ha convertido en una demostración de lo absurdo que son los cánones tan reducidos de belleza.
En 2018 desfilaron diez marcas queer, incluyendo The Phluid Project, Kris Harring, A/C Space, SALT y Stuzo Clothing.
Este tipo de eventos sólo son la semilla de esta revolución de los cánones de belleza, así como lo que esperaba Rudi Gernreich en los sesenta, que la ropa dejara atrás los límites del género y la identidad.
Continúa en: Cultura queer y la moda (segunda parte)