El autocuidado siempre es una gran idea, sobre todo cuando lo hemos tenido al final de nuestra lista de pendientes. Además, entre rutinas de ejercicio, actividades recreativas y buscar tener una alimentación más saludable, no des por alto el cuidado de tu piel. Más ahora, que el cambio de estación también afecta nuestra dermis. 

Dado que el clima no es independiente a nuestro cuerpo, ni mucho menos a nuestra piel, hay que estar atentos a cuidarla en todo momento. Es común que en las bajas temperaturas nuestra piel se reseque más de lo normal, lo contrario de lo que sucede en el calor. 

Es importante que tu piel mantenga contacto con la vitamina D, es decir, con el sol. Para eso es recomendable ponernos en el espacio que más luz llegue en alguna hora del día en nuestro hogar, y exponer nuestra piel, con las debidas precauciones, como el bloqueador solar para no maltratarla al intentar sanarla, o incluso salir a un parque y disfrutar de un buen baño de nuestra estrella. 

Otra nota importante es cuidar la cantidad de agua que bebemos o la cantidad de cafeína que consumimos. Nuestra piel es la primera en reflejar, físicamente, cuando nuestro cuerpo está deshidratado, y beber demasiada cafeína no ayuda. Al igual que el poco descanso, por lo que es recomendable dormir las ocho horas diarias para que nuestra piel conserve su brillo natural y no se deshidrate. 

Para ayudar a hidratar tu piel hay dos fases, la interna y la externa. Para iniciar la interna, los expertos recomiendan beber de 7 a 8 vasos de agua al día, el resultado lo notarás cuando veas que tu piel ya no está seca. Además, entre otros beneficios que esto puede traer se tiene que evitarás las manchas que pueden aparecer con el tiempo y las arrugas, al menos lograrás que no lleguen de forma prematura. 

Además de hidratar tu piel con agua, también es importante que la cuides con tu alimentación y procures en tu dieta alimentos con vitamina C, antioxidantes y omega 3 (que lo encuentras principalmente en el pescado). 

Una vez completada la fase uno, pasemos a la fase dos, que es la externa. En realidad es igual de sencillo, consiste en lavar tu cara dos veces al día, cuando despiertas y cuando vas a dormir. De esta manera quitas la suciedad de todo el día y dejas que tus poros respiren y se regeneren las células muertas de tu piel. Lo mismo sucede con el resto de tu piel. Sin embargo, no es necesario hacer dos baños diarios, con uno puede bastar para esta regeneración de células en el resto del cuerpo. 

Otra forma de hidratar la piel internamente, de manera natural, es consumiendo algunas infusiones. Por ejemplo, entre las recomendadas por expertos, está el té verde, manzanilla, romero, lavanda y el té blanco. Esto es gracias a que estas infusiones cuentan con propiedades naturales que ayudan a mantener tu piel sana, desde la humectación profunda de las capas de la piel, hasta el brillo y vitalidad que le pueden dar. 

Foto: stevepb en Pixabay

Igualmente, la opción de los aceites es bastante útil y buena. Pues no sólo te ayudarán a hidratarte, sino que incluso tienen una función regeneradora profunda. Los más recomendados para este cuidado, tanto para el rostro como para el resto del cuerpo, son el aceite de oliva, almendras, argán, jojoba, aceite de rosa mosqueta y el aceite de sésamo. 

Una vez más, descubrimos que la naturaleza nos brinda los mejores productos para mantenernos saludables, por eso no descuides tu piel y mejor guíate de estos consejos para que tu piel luzca siempre fresca y joven. 

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