Hace casi 60 años en Madrid se estrenó la puesta en escena Cosas de mamá y papá, una historia escrita por el dramaturgo Alfonso Paso (1926-1978), que ha permanecido en el gusto de la gente hasta el día de hoy. Con el firme propósito de divertir y dejar una lección entre su público, Jorge Ortiz de Pinedo vuelve a traer esta obra de teatro a nuestro país. Como un homenaje a su padre, Óscar Ortiz de Pinedo, quien representó esta comedia en otro México hace décadas, bajo la dirección del actor y director Manolo Fábregas durante los cinco años que estuvo al frente del Teatro de los Insurgentes, Jorge Ortiz de Pinedo de la mano de la actriz Susana Alexander ahora adaptan en un México actual esta puesta en escena.
Así que Cosas de mamá y papá está decidida a que el espectador reflexione sobre si hay o no una edad ideal para el amor, sobre si es correcto o no dejar a un lado los deseos que pudieran tener mamá y papá. ¿Acaso es un capricho querer salir a bailar a los 60 años, o emprender un negocio a los 70?
Es la historia de Rigoberto (Jorge Ortiz de Pinedo) y Elena (Susana Alexander), una pareja madura de viudos que se enamoran, a pesar de que sus hijos Julio (Ricardo Margaleff) y Luisa (Daniela Luján), quienes trabajan juntos, se oponen rotundamente a la relación, representando una conmovedora historia de la vida real.
Luego de que los protagonistas se encuentran en el consultorio de un geriatra y platican de sus dolencias, enfermedades y remedios que tienen para curarse, empiezan a coincidir en muchos aspectos. Resulta que se convierten en dos personas que tienen nuevamente la ilusión de estar una con la otra, o sea que surge nuevamente la chispa del amor, y eso es algo que los hijos no alcanzan a comprender. La pregunta obligada se hace presente: ¿cómo es posible que mi padre quiera salir con esta señora?
Cosas de papá y mamá es también una reflexión que explora hasta qué punto los hijos permiten la realización de sus padres, a pesar de las adversidades y situaciones que tantas veces les impiden hacer todo lo que quisieran, ya que la obra lleva también implícito ese gran mensaje.
Como menciona la información del esperado montaje teatral, “este caso clínico es digno de estudiarse. Todo empezó inocentemente en una sala de espera entre corazones que se detienen, piernas que no responden, pulmones que apenas respiran y toda una colección de achaques producto más de la soledad que de la edad. Rigoberto y Elena llevan demasiado tiempo solos, el flechazo fue casi de inmediato. Sin embargo, sus hijos tienen una opinión un poco diferente a ellos sobre la edad en la que se puede amar”.
Estamos ante una emocionante historia que saca a relucir la soledad en la que viven las personas mayores. Y sí, que hay personas que a ciertas edades tienen dolencias y enfermedades, pero muchas otras lo único que necesitan es esa compañía que literalmente les devuelve la vida como a Elena y a Rigoberto. Lo que a nuestros ojos son simplemente Cosas de mamá y papá, la realidad es mucho más profunda y seria, ya que está en juego la felicidad de esta pareja.
Así pues, no son los jóvenes quienes en este caso se enamoran, sino los padres de los jóvenes, para asimismo examinar el continuo conflicto entre los hijos, para al final, como buena comedia, tras hacer una fina burla de los prejuicios de los “muchachos modernos de amplio criterio” y de su falta de sensibilidad, encontrar una divertida solución.