Todo es alegría y diversión con los preparativos; bueno casi, si algo nos ha enseñado la serie Bridezillas es que a veces puede ser una pesadilla. Afortunadamente no son todos los casos, al final la boda es el día soñado en que una pareja se une para vivir su versión de “felices por siempre”.
La luna de miel, abrir los regalos, disfrutar de la fiesta con tus amigos, lanzar el ramo y ver quién será el próximo, tener el vestido soñado y todos los detalles que por meses idearon para que fuera el día perfecto...
Sí, después de toda esa emoción y preparativos, el viaje y todos los regalos, viene la vida real: convivir en un mismo espacio, rutinas, deudas, conseguir una casa, dilemas maritales, hábitos que no siempre son agradables para otros, tener o no tener hijos, y un sinfín de situaciones así.
Lo que algunos expertos han denominado “wedding hangover”, la resaca después de la boda.
Claro que no es de sorprenderse, la carga simbólica que implica estar casados, siempre termina por estresar más de la cuenta, la idea de “juntos por siempre” es una carga muy pesada a cuestas. Lo que decanta en que los desacuerdos normales, sean 20 veces mayores.
Muchas parejas incluso llegan a admitir que eran más felices antes de casarse.
¿Qué podemos hacer para superar la prueba de fuego?
Empecemos por lo más obvio: resolver desacuerdos. Es indudable que la comunicación es vital para las relaciones humanas, y más allá de ser primer año de matrimonio o no, los problemas siempre existirán, sólo que es cuestión de afrontarlos de la manera más madura que se pueda.
Si los dos son de ánimos exacerbados, es mejor tranquilizarse y no pelear con el enojo por delante, ya que sólo causará desgaste. Además es un esfuerzo conjunto en el que las dos partes deben estar abiertas a dialogar, escuchar y entender al otro.
No guardes pequeños rencores que luego se pueden volver gigantes, es mejor hablarlos en el momento preciso.
El amor es una de las principales bases por las que una persona se une a otra, y es preciso continuar cultivándolo, aunque no sea el amor explosivo del enamoramiento, este se va transformando y solidificando, pero esto no implica que se olvide. Salgan de vacaciones, tengan un día a la semana en el que hagan actividades en conjunto, hagan lo que los enamoró en un primer inicio.
Cultiven la confianza, el respeto y el amor.
Los problemas con el dinero tarde o temprano van a llegar, y precisamente aquí es donde no se puede asumir nada. Tengan bien en claro qué gastos van a compartir, cuánto van a ahorrar, si van a tener cuentas separadas, etcétera, ya que no será nada agradable cuando no puedan resolverse de la mejor manera estos conflictos.
Otro punto importante es el respeto al espacio. Es cierto que ahora son una pareja casada, pero eso no implica que deben fusionarse en una misma identidad, cada uno tiene sus amigos, trabajos, familia y hobbies personales. Recuerda que debes de alimentarte como individuo para poder crear una relación sana y plena.
Ya no estamos en el siglo XIX, así que es tiempo de compartir tareas porque dos personas viven en esa casa. Claro que no siempre son agradables ciertas tareas, pero se tienen que hacer, sean equitativos y dividan esas molestos quehaceres.
Por último pero no menos importante, compartan tiempo con las familias de los dos. Aunque puede sonar obvio, muchas parejas casadas tienen este problema. Tal vez la familia de tu pareja no son el santo de tu devoción, pero tu familia tampoco es perfecta, así que lo mejor que pueden hacer es compartir tiempo con las dos partes.
Sean felices y no olviden que tomaron esta decisión por amor.