El amor, ese tópico que nos ha enloquecido desde tiempos ancestrales. Bueno, quizá no tan ancestrales, pero al menos sí antiquísimos cuando las concepciones del amor romántico y la dinámica de los enamorados empezó a fortalecerse a través de las tradición oral, como los juglares, para después trasladarse a la literatura y así, hasta hoy en día, inundarnos en una dinámica en la que el mismo sistema y su cotidianidad funcionan en torno a esto.
Asimismo, nuestra narrativa se permea de conceptos que venimos arrastrando desde la antigüedad, pero con una visión claramente contemporánea, en la que las nuevas concepciones se adaptan a una política en la que la corrección de estereotipos y posibles discriminaciones dentro de esta sintaxis, se van anulando en su deconstrucción.
En este sentido, cuando hablamos del amor romántico ya no nos referimos a aquel amor en el que el caballero tenía que salvar a la doncella, sino más bien de un clásico que se edifica en las nuevas narrativas, no podemos escapar de sus redes y el melodrama que este, desde siempre, ha implicado. Más allá de lo que las chick flicks nos digan, o las novelas románticas y demás historias ficticias hayan pintado, lo cierto es que todos queremos un amor de película. Todos queremos ese beso bajo la lluvia y esa apasionada rutina de que dos cuerpos se conviertan en uno y se construyan vínculos y planes consistentes.
Sin embargo, también es verdad que la misma contemporaneidad lo ha llevado a convertirlo en algo aparentemente desechable, desde que las aplicaciones y websites de citas se popularizaron y dejaron ser un tabú, las relaciones se han convertido en un objeto de consumo que pareciera no prometer tiempo, sino únicamente una experiencia express.
Es por eso que una vez que logramos comprometernos en una relación, a veces no podemos distinguir bien de una relación saludable a la de una que no lo es. Es decir, hoy más que nunca se ha convertido en un issue importante no detectar el momento en el que es mejor, por nuestra propia salud mental, abandonar una relación en lugar de prolongarla.
La representación de la típica historia de amor hollywoodense, ha tenido sus fallos a lo grande. No se trata de echarle la culpa al mundo multimedia, esto viene desde la literatura y más. Simplemente merece la pena reflexionar en qué hemos vaciado nuestras expectativas en cuanto a una relación en pareja. Lo cierto es que, apenas en años recientes, estos paradigmas comienzan a romperse, y ya era hora.
Igualmente es hora de que asumamos nuestra responsabilidad respecto a cómo hemos cuidado nuestro corazón y cómo hemos cuidado el de quien nos lo ha entregado en las manos. Quizá es pertinente reflexionar e indagar sobre cuáles son los puntos claves para no caer en estos azucarados y amargos clichés.
Por eso es importante aceptar cuando algo ha llegado a su final y saber poner un punto final y continuar con nuestras vidas, pero, ¿cómo hacemos eso sin morir en el melodrama y la tragedia del corazón roto? Antes de responder eso, mejor preguntémonos sobre las señales que nos encaminan a esta decisión y después pensemos en asistir a terapia para sanar nuestras heridas.
Así que descubre cuales son las heridas, según los expertos en la salud mental relaciones de pareja, para saber cuando una relación ya no tiene vuelta atrás y es mejor decir adiós.
Sin confianza nada
Una vez que se ha perdido la confianza mutua, ya no hay punto de retorno. Es decir, por mucho que uno busque resarcir el problema, si no hay confianza, no hay nada. De acuerdo con los expertos, “la confianza en el otro nos aporta una seguridad para crecer, ser y formar equipo, y si se rompe es complicado restablecerla, menos por nosotros mismos”.
Si no vamos a ser cómplices, ¿para qué?
Una relación se trata de formar un equipo, y un equipo es un aliado y cómplice en nuestras metas y proyectos. Por eso es importante tener afinidades y encaminarse hacia una misma dirección, y esto no quiere decir que busquen lo mismo, pero que al menos no sea contrario y entre ambos se ayuden entre sí a construir y edificar sus sueños. “Cuando parecen dos personas ajenas a esos gestos, que antes les definían, quiere decir que hace tiempo que tomaron caminos separados”.
Cuando el amor acaba…
“Porque el alma se vacía, como el cántaro y la nube… el amor acaba”, diría José José, quien del desamor sabía casi todo, o al menos eso nos hizo pensar y sentir con sus canciones. Este punto es medular, pero a veces es muy complicado distinguirlo. ¿Cómo saber cuando el amor acabó? Quizá no suceda de la noche a la mañana, es más, quizá siempre se queda un rescoldo de cariño entre los vínculos construidos, pero a veces, indudablemente, el amor sólo acaba y cuando esto sucede lo mejor es decir adiós.
“Hay muchas personas que intentan todo antes de asumir que no quieren a la persona de la misma forma que cuando decidieron elegirla para vivir con ella, para casarse… Esto les hace mentirse a ellos mismos y a la otra persona, siendo infelices e intentando buscar escapatoria en otros aspectos, estar siempre con otras personas, trabajar 24 horas al día, huir cada vez que es posible de estar con la pareja, etcétera”, enuncia Raquel Gallardo, coach y especialista en relaciones.
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