Actualmente vivimos en un mundo en el que la ventana de nuestra intimidad está al servicio de la comunidad, y lo más divertido de todo esto, es que uno mismo es quien abre y cierra las cortinas cuantas veces quiere.
Las redes sociales se han convertido en el mirador de nuestras vidas personales con lujo de detalle. Sin embargo, claramente es uno mismo quien decide si manipular o no la información que muestra, pues muy pocas veces vemos stories de un rompimiento en vivo, a diferencia de las miles propuestas (por cierto incómodas) de matrimonio en público.
En este sentido, es verdad que no todo es blanco o negro. Ni todo es tan hermoso, pero tampoco todo es falso en redes sociales. Asimismo, y como consecuencia de nuestra propia naturaleza social de querer compartir al mundo (o mejor dicho, a nuestros vínculos), es verdad que a veces podemos caer en el exceso de información y hasta caer en contenido de “mal gusto”, por así nombrarlo.
Cuando antes existía el chiste de los tuiteros que tuiteaban hasta en el baño, hoy descubrimos cientos de documentalistas de la fiesta, del after y la cruda de un fin de semana con detalles hasta innecesarios. Quizá muchas veces se pierde la narrativa de este tipo de contenidos, pero es verdad que se trata de un fenómeno en el que todos estamos sumergidos, ya sea como generadores o consumidores de estos.
Imagen: Sarah Kilian en Unsplash
Más allá de cuál sea el caso, lo cierto es que a veces uno genuinamente tiene las intenciones de compartir, sobre todo cuando siente que su vida está en una “dirección correcta”. Muchas veces pensamos que hacerlo “demasiado” es innecesario, pero sinceramente pensamos desde el inicio, ¿es necesario tener redes sociales?
No se trata de términos correctos o incorrectos, una de las ventajas de nuestro contexto es que somos personas libres si tenemos la voluntad de decidir si tenerlas o no, y bueno, al final tampoco podemos negar que son aparte de nuestras dinámicas contemporáneas hasta de manera histórica.
En ese sentido, una vez arriba del barco digital y sus ventanas hacia nuestra intimidad, nos preguntamos, ¿cuál es la mejor manera de usarlas? O mejor dicho, ¿cómo mostramos nuestros logros, las cosas que nos hacen felices, sin parecer un presumido?
Mejor contestar a dejar que el mundo suponga
Si bien, uno es libre de compartir lo que quiera en internet, también es verdad que la mejor manera de hacerlo es siendo sutil. En este sentido, Leslie K. John, profesora asociada de Administración de Empresas en la Escuela de Negocios de Harvard Business, aconseja que uno luce mucho más confiable cuando responde preguntas directamente, antes de insinuar sus logros sin un contexto previo.
Vínculos y espacios seguros
Incluso en las redes sociales existe la manera de filtrar información para nuestros seguidores, en este sentido, pensemos en nuestros verdaderos cercanos. Para esto, K. John señala que hay contextos específicos en los que las personas no son juzgadas si hablan de sus logros y aspiraciones, como lo son algunas redes sociales como LinkedIn o en una entrevista de trabajo.
Sé asertivo
Por otra parte, es importante buscar siempre ser asertivos. Para esto, Emilie Aries, autora de Bossed Up, señala que ser asertivo significa: “ser claro acerca de tus derechos, deseos y necesidades al tiempo que tomas en consideración los derechos, deseos y necesidades de las demás personas”.
Imagen: ThisisEngineeringRAEng en Unsplash
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