Parece que aunque los noventas cada vez se alejan más, los miramos más de cerca, buscando recuperar la inocencia de aquellos años y sobre todo, el estilo, que aunque era exuberante, sin duda fue mejor que el que dejó a inicios de siglo. Gracias, Paris Hilton.
Así pues, en julio pero de 1995 fue estrenada Clueless (traducida en latinoamérica como Ni idea), una película escrita y dirigida por Amy Heckerling, la cual resulta ser una adaptación libre de Emma de Jane Austen.
Clueless es la historia de Cher Horowitz (Alicia Silverstone), una adolescente rubia que vive en Beverly Hills con su millonario padre (Dan Hedaya).
Absorta en sí misma pero encantadora, a Cher le encanta hacer de Celestina (como a la Emma de Austen), hacer cambios de imagen, como a su nueva amiga "adorablemente despistada", Tai (Brittany Murphy), hablar por teléfono con su mejor amiga Dionne (Stacey Dash) y sacudirse el cabello en presencia de su hermanastro, Josh (Paul Rudd).
Los espectadores inmediatamente ven que Josh y Cher están destinados a estar juntos, y que Rudd, entonces y ahora, es un sueño, pero a Cher le toma un tiempo darse cuenta de esto, en el camino descubre que necesita hacerse una mejor persona.
Este 2020, cumple 25 años y aunque en México no tuvo el impacto que en Estados Unidos, no pasó mucho tiempo para que se volviera la cinta de culto que es ahora. Sobre todo por dos puntos claves, la moda y la jerga.
Sin duda, aún hoy en día quisiéramos la tecnología que Cher poseía en el 95 para escoger su atuendo del día (¿ya existían las pantallas táctiles a finales de los 90?), y gracias a las coloridas prendas y looks llenos de sombreros curiosos, es que la recordamos como un referente fashionista.
Lo curioso es que casi nadie en esos años se vestía así, ya que el grunge estaba en su mayor auge, algo que la vestuarista, Mona May, odiaba profundamente, “[El estilo] era todo grunge entonces, y los niños se veían horribles. Este fue realmente el antídoto para eso.”
Y a pesar de que tuvo un presupuesto muy reducido para ser una película de Hollywood, principalmente porque era una película con una protagonista femenina, la directora quería que la moda fuera un personaje en su película.
Por lo que May tuvo que ingeniárselas para que el vestuario se adecuara a la visión de Heckerling:
Lo que Amy quería hacer era no solo que la alta moda fuera casi un personaje en la película, sino que se transformara a través de los ojos de las chicas. No había mucho dinero, así que estaba tomando la moda y combinándola con algo del centro comercial.
El conjunto más icónico, recuperado por Iggy Azalea en “Fancy”, la chaqueta y la minifalda a cuadros amarillos son firmados por Jean Paul Gautier, pero estas prendas fueron de las pocas licencias de pasarela que se pudieron permitir en la producción.
Y aunque las chicas van muy bien vestidas, tampoco parecen modelos, sino aprovechando un estilo que cada vez se usa más, un bolso de cinco mil dólares, con unos pantalones de Zara, por ejemplo.
De igual forma, combinó coloridas prendas de high-street con numerosos hallazgos vintage, como el sombrero con una espiral estampada que Dionne lleva en una de las escenas y que costó 5 dólares en una tienda de segunda mano de L.A.
Sin saberlo, May creó las formas en las que muchas consiguen sus looks hoy en día.
De igual forma, la jerga utilizada en la película fue una revolución para los adolescentes de la época, muchos se preguntan si antes de Clueless decían “as if” o “whatever”. Posiblemente no, por lo que la jerga fresca e inventada terminó por ser un personaje igual de duradero que la moda.
La directora dijo para New York Post, cómo fue que creó la jerga de esta icónica cinta:
Había un profesor en la UCLA que reunía a estudiantes de lingüística y compilaba una lista de jerga, de ahí vino "ella es una Monet". Había jerga étnica, jerga de música rap. Puse algo de yiddish: cuando Dionne está feliz de que los niños respondieron a Tai, ella dice que se está “kvelling” (“rindiendo”). Para Christian [interpretado por Justin Walker], hubo un resurgimiento de las cosas del Rat Pack de los años 50, clubes con bailes de swing. Cab Calloway publicó un diccionario jive talk que utilicé.
Al final, una creación ficcional de lo que Heckerling quería representar, por ejemplo, una utópica Beverly Hills donde no había racismo. Donde las chicas populares cobijaban a las nuevas y “raras” en vez de hacerles bullying, que todos tuvieran dinero para divertirse. En fin, un mundo que no es real, como ella misma admite.
Pero esa ilusión de secundaria en la que efectivamente existe el sexo (algo que Disney ha hecho desaparecer en las películas adolescentes), sin duda, ha logrado que aún hoy en día esta cinta se sienta fresca.
Es como si todo flotara en la liviandad del helio, y por ello, en estos momentos es casi imprescindible regresar a estas cintas inocentes, llenas de sol y de sonrisas juveniles.
Un poco de esa alegría es la que necesitamos.
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