Clásicos del cine de terror mexicano

Entretenimiento Calendario 28 oct 2021 Iván González

Mientras en el mundo la muerte es sinónimo de miedo y malos augurios, en nuestro país es parte de nuestras raíces y es la invitada de honor en la importante celebración en donde aprovechamos para celebrar la vida. La conexión entre la vida y la muerte nunca se ha visto más colorida. En el cine abundan las historias de terror. Y aunque pareciera que solo las industrias de cine más poderosas aprovechan estas fechas para crear películas emblemáticas, en nuestro país no nos hemos quedado atrás. 

Unos ejemplos de la cinematografía lo retratan de manera más fiel que otras, pero todas nos recuerdan que en México hay una fecha especial para recordar a los difuntos y celebrar con ellos. Y por supuesto desde el nacimiento de la industria en nuestro país el género de terror ha sido uno de los preferidos de realizadores, productores, espectadores y, claro, luchadores. 

Es difícil elegir de entre tantas buenas películas de producción nacional o filmadas por cineastas del país. Te presentamos algunas de las mejores, ya sea por su trascendencia, realización o manera de abordar temáticas arriesgadas: 

El Vampiro (Dir. Fernando Méndez, 1957) 

Esta película de 1957 es un referente en cuanto a presencia de vampiros en el cine mexicano. Con el legendario Germán Robles como el Sr. Duval, un vampiro real de Hungría que busca comida fresca, cuenta una historia de Drácula muy parecida a la que conocemos: una joven mujer llamada Marta (Ariadne Welter) viaja para visitar a su tía Eloísa (Carmen Montejo). 

Tras un horrible descubrimiento, Marta sospecha que su tía Eloísa, quién no ha envejecido ni un día, puede estar conspirando con el Sr. Duval para convertirse en una criatura como él.  

El uso de los efectos prácticos para los murciélagos voladores, que pueden parecer deficientes para nuestros ojos “modernos”, infundió miedo en el público de la época. Las actuaciones, el increíble porte de Robles y la clara influencia de las historias que había estado construyendo los estudios Universal, hacen que esta película sea interesante y entretenida. No sólo juegan con una historia que todavía no tomaba tanta popularidad en el cine, sino que le dieron un toque y una idiosincrasia mexicana muy particular. 

Veneno para las Hadas (Dir. Carlos Enrique Taboada, 1984) 

A diferencia del tipo de cine actual en nuestro país, la última película de Taboada fue sin duda su más venerada. Contada desde el punto de vista de dos niñas, esta antítesis de los cuentos de hadas utiliza la inocencia como combustible para lo macabro.

Una de ellas desea ser bruja, y comienza a realizar conjuros que a simple vista parecen inocentes. Poco a poco, los juegos infantiles se comienzan a transformar en verdaderas pesadillas, hasta alcanzar consecuencias trágicas que nos hacen pensar que las brujas lo pueden todo.  

Veneno para las Hadas recibió 10 nominaciones para los premios Ariel, ganando cinco, sin que sea accidental. ¿Quién hubiese imaginado que detrás de esos cachetes de la adorable Ana Patricia Rojo se escondía tanta maldad? 

Santa Sangre (Dir. Alejandro Jodorowsky, 1989) 

Dirigida y escrita por Alejandro Jodorowsky (El Topo) en coproducción con Claudio Argento (director italiano y hermano del ícono del cine giallo, Dario Argento), Santa Sangre es una de las películas nacionales de terror más extravagantes, que cuenta con una gran Blanca Guerra en el papel principal.

A través de una postura freudiana (o proto-psicomágica, los expertos sabrán) nos narra la historia de una madre sin brazos, quien es apoyada por su hijo para realizar trucos de cabaret. La pérdida de sus brazos se debió a un violento encuentro con el esposo, quien se suicidó luego del hecho. 

A partir de ahí conocemos varios sucesos estridentes y sórdidos en la vida de los afectados. Jodorowsky teje un relato efectivo que va de la mano con el tono y la atmósfera que este artista imprime con su inconfundible mirada. 

 

Cronos (Dir. Guillermo del Toro, 1993) 

Guillermo del Toro debutó con una reinterpretación del vampirismo. Además de ser su única película ambientada en México, también fue el origen de dos de sus colaboraciones más duraderas: con el actor argentino Federico Luppi (1936 – 2017) y el actor estadounidense Ron Perlman. 

Sucede alrededor de un ambiente sobrenatural y de misterio, que inicia con un alquimista medieval que inventa un artefacto dorado en cuyo interior se encuentra un insecto que se alimenta de sangre, pero también tiene el poder de ofrecen un “elíxir de vida” con un precio alto por pagar.

 

La Región Salvaje (Dir. Amat Escalante, 2016) 

En México duele la violencia, injusticia y los lastres de discriminación, temas recurrentes en varias películas de la última década. En el caso de La Región Salvaje el director Amat Escalante los lleva a un terreno más oscuro para crear una atmósfera de suspenso, fantasía y terror. 

La historia se centra en Alejandra (Ruth Ramos), una joven madre y ama de casa que tiene dos hijos con su marido Ángel (Jesús Meza) en un pequeño pueblo de México. Su hermano Fabián (Edén Villavicencio) es enfermero en el hospital local. Un día sus vidas son alteradas con la llegada de la misteriosa Verónica (Simone Bucio). Ella les convence de que en el bosque, en una cabaña aislada, existe “algo” que no es de este mundo, pero que resolverá todos sus problemas. Más allá del retrato social mexicano, la fantasía, ciencia ficción o el homenaje a la cinta Posesión (1981) de Andrzej Żuławski, esta cinta trasciende el género y explora los límites de lo humano.

 

Foto: pixabay

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