Uno de mis primeros acercamientos a la literatura que sinceramente me gustó, fue el cuento de “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”, de Gabriel García Márquez.
Un cuento muy largo, que casi podría ser una novela corta, que retrata un mundo simple, pero lleno de misterio y magia. El estilo simple, abigarrado sin ser pretencioso, hizo que encontrara un disfrute sincero en él. Un gusto que a pesar del tiempo, sigo prefiriendo frente al resto de expresiones.
El escritor colombiano exploró el realismo mágico en toda su larga y prolífica vida literaria, y podemos encontrarla casi en cualquier texto suyo, pero sin duda, la cúspide de todo lo que podemos leer la encontramos en Cien años de soledad (1967).
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
El ya mítico principio de la novela cúlmen de García Márquez nos habla mucho de todo lo que podremos leer si nos aventuramos a Macondo.
En tan sólo 28 palabras, conocemos a uno de los miembros fundamentales de la familia Buendía, sabemos que es coronel y que ha cometido grandes faltas que amenazan con acabar con su vida. Y el realismo mágico entra de lleno cuando lo que recuerda es que su padre lo llevó a conocer el hielo, algo que suena sumamente extraño.
Así como logró perfilar una situación en tan sólo 28 palabras, García Márquez brilla en Cien años de soledad al contar cien años de historia de una familia en menos de 500 páginas. Pero en cada página podemos encontrar esta maestría para crear ambientes y microhistorias en tan sólo unos cuantos párrafos.
Una historia que guarda dentro de sí miles de tramas, que pueden empezar y terminar en el mismo párrafo, lo que sorprende por la maestría sin complicar la lectura, a pesar de lo abigarrado de la literatura.
Es curioso pensar que las dos características que más representan Cien años de soledad son gracias a su nacimiento en latitudes ecuatoriales. Ya que él mismo decía que no escribía realismo mágico, sino costumbrismo.
Y sí, en cierto sentido lo es. Como él mismo lo explica en una anécdota:
Una vez estaba bordando en el corredor cuando llegó una muchacha con un huevo de gallina muy peculiar, un huevo de gallina que tenía una protuberancia. No sé por qué esta casa era una especie de consultorio de todos los misterios del pueblo. Cada vez que había algo que nadie entendía, iban a la casa y preguntaban y, generalmente, esta señora, esta tía, tenía siempre la respuesta. A mí lo que me encantaba era la naturalidad con que resolvía estas cosas. Volviendo a la muchacha del huevo le dijo: ‘Mire usted, ¿por qué este huevo tiene una protuberancia?’. Entonces ella la miró y dijo: ‘Ah, porque es un huevo de basilisco. Prendan una hoguera en el patio’. Prendieron la hoguera y quemaron el huevo con gran naturalidad. Esa naturalidad creo que me dio a mí la clave de Cien años de soledad, donde se cuentan las cosas más espantosas, las cosas más extraordinarias con la misma cara de palo con que esta tía dijo que quemaran en el patio un huevo de basilisco, que jamás supe lo que era.
Justamente esta naturalidad es la que resalta en todo el libro, una que sin duda te hará quedar prendado de las situaciones más magníficas y más espantosas, un costumbrismo latinoamericano.
Porque si lo pensamos bien, ¿no parece salido de un libro de García Márquez pensar que curan a los niños de espanto llevándolos al amanecer a que los piquen hormigas rojas? ¿O los remedios frente a la tiricia?
Leer a García Márquez es leer lo más profundo que resguarda Latinoamérica, esa cosmovisión que une la magia con el día a día.
Cien años de soledad es considerada la biblia latinoamericana porque crea una historia fundacional, una historia meramente latina, en un momento social en el que la literatura de estas latitudes era ignorada y sin duda, exponentes como Gabriel García Márquez, junto a los escritores del Boom latinoamericano, pusieron en lo más alto la forma de ver el mundo de nuestro continente.
Un libro que pertenece a los clásicos ineludibles de la literatura universal y que no permitirá que lo dejes ni un solo momento hasta que descubras el destino de los Buendía.