Rememorar nuestra infancia es dar un paseo por los canales del televisor, con los que fuimos criados. Desde los inolvidables comerciales, cuyas melodías muy posiblemente siguen sonando en nuestras cabezas, hasta aquellos mundos de caricatura con los que abrimos los ojos como platos para no dejar de soñar y divertirnos.
Más allá de los títulos y personajes que nos hayan acompañado en aquella época en la que los días no tenían nombre, no podemos negar que fueron estos los que se mantuvieron siempre al frente de nuestras inocentes aventuras. Asimismo, hoy en día pensar en el contenido audiovisual que se produce, nos remonta a una inevitable nostalgia pero también a la curiosidad sobre qué es lo que los niños de hoy en día ven.
Tengamos hijos o no, es un tema de interés, sobre todo si pensamos en las nuevas técnicas de animación, discursos y visiones del mundo. Mientras muchos fuimos criados por los felinos cósmicos de los Thundercats, el entrañable Dragon Ball Z y demás productos audiovisuales, las nuevas generaciones exploran mundos mucho más psicodélicos y alternativos.
Desde los personajes más planos como Peppa Pig, hasta la ensoñadora y bastante sofisticada narrativa de El increíble mundo de Gumball. Es decir, sobre esta última hasta deberían escribirse ensayos, porque no cabe duda que las mejores mentes de nuestra generación están dedicándose al mundo de las caricaturas.
El increíble mundo de Gumball de Cartoon Network fue creada por Ben Bocquelet, y, en definitiva, se trata de una divertida serie animada infantil que hasta los adultos han confesado disfrutar.
Bocquelet narra la historia de la familia de los Watterson, que a simple vista parecen bastante "normales". Pues se trata de una mamá, un papá y tres hijos. Sin embargo, la locura y el increíble caos viene después, Nicole (la mamá) es una gata de 42 años adicta al trabajo y al orden en la casa (TOC), ella es el sustento de la familia ya que Richard (el papá), que es un conejo rosado, es un completo incompetente para todo en general (Homero Simpson, ¿eres tú?). La hija pequeña, Anaís, es una conejita genio de 4 años, inteligente pero oscura y siniestra en muchos sentidos (¿Merlina?).
Sobre el resto, nos encontramos con Gumball y Darwin, un par de hermanos que son la causa de muchos de los problemas o aventuras que vemos en cada capítulo. El primero es un gatito adolescente de 12 años que va a la escuela junto con su hermano Darwin, quien es un pez dorado que fuera mascota de Gumball y al que le salieron piernas, ahora es parte de la familia y juntos fomentan y protagonizan las locuras que vemos en pantalla.
En cuanto a su técnica, vemos algo bastante innovador y refrescante. Pues se trata de una mezcla de animación que va desde el stop motion, 3D, marionetas y, por supuesto, 2D. Incluso, podemos ver una suerte de combinación de fondos y escenarios entre animaciones y tomas reales.
Además, sobre la narrativa de cada capítulo y la historia que engloba la serie en general, también podemos ver fuertes referencias históricas, científicas y, obviamente, de la cultura popular.
Se trata de una explosión de caos y un exceso de locuras que no dejarán de hacer reír tanto a niños como adultos, Además, cada trama del capítulo es independiente, pero sin duda se trata de reflexiones más allá de lo evidente. Pues aquí encontraremos fuertes críticas hacia la televisión misma, la sociedad, tendencias, a lo que significa una familia y hasta al mismo sistema educativo. Se trata de todo un collage de imágenes, personajes y temáticas realmente interesantes.
Es decir, no por nada esta caricatura ha sido varias veces nominada y ganadora en premios distinguidos como los BAFTA, Emmys y los Annie, los más importantes para producciones animadas.
De los clásicos al salto arriesgado
Las caricaturas de hoy en día son, sin duda, una invitación para saltar hacia lo innovador, sin dejar de un lado lo clásico. Se trata de un salto para aquellos creadores que buscan contar historias para las nuevas generaciones.
¿Con qué llenar la cabeza de aquellos que aún no tienen suficiente información del mundo? Más allá de las típicas aventuras y misterios, o personajes graciosos, han apostado por reflexiones profundas desde una aparente trama sencilla, en la que personajes igualmente “ligeros” los llevan a los sitios de su inconsciente inexplorado.
Además, claramente las dinámicas sobre el consumo de este tipo de contenido ha cambiado. Ya no veremos la clásica imagen del niño frente al televisor, en un horario determinado (en donde casi siempre están esperando a que sus padres regresen de trabajar) listo para ver sus caricaturas.
Es decir, ahora las plataformas streaming han cambiado el panorama y las formas de consumo, ¿cómo deciden ahora los niños qué ver? Ahora pareciera que es más un scrollear pantalla hasta que algo capte la atención de sus ojos, y no conformarse con lo que cualquier programador decida poner en cierto horario.
Sin duda los tiempos han cambiado, pero el consumo de caricaturas sigue presente. Porque habrá que confesar que a todos nos hace bien “desconectar” el cerebro para sumergirnos en un mundo de animación y fantasía. Incluso cuando en realidad nos hagan pensar más de lo que quisiéramos.
Ahora te hacemos un listado de caricaturas que cumplen con todo lo que un niño busca en una de estas series animadas, pero también con todo lo que cualquier adulto puede disfrutar en compañía de sus hijos, sobrinos o por sí mismo.
Un show más, de J. G. Quintel
“La serie gira en torno a la vida cotidiana de dos haraganes que son amigos, Mordecai un estudiante de arte de 23 años y Rigby un preparatoriano que abandonó la escuela. Trabajan como jardineros en un parque y pasan sus días tratando de evitar por cualquier medio el trabajo”.
Más allá del jardín, de Patrick McHale
“Los hermanos Wirt y Gregory viven apasionantes aventuras cuando se pierden en un tenebroso bosque, que combina varios elementos de los cuentos de hadas, mientras van de camino de vuelta a casa”.
Pocoyo, de Guillermo García Carsí, Luis Gallego, David Cantolla
Algo que podría ser para los más pequeños, pero que sigue siendo interesante para nosotros como adultos es Pocoyo. Se trata de un niño pequeño vestido de azul y acompañado de un pato, una elefanta, un perro y un pájaro. Y todo sobre un fondo blanco.
Lo más increíble de todo es que es una de las series que más ven los niños, a pesar de su sencillez, y quizá es precisamente por lo mismo. No hay saturación psicodélica de colores ni planos de más, sino más que una simple historia. Tal cual como si los niños estuvieran jugando con sus juguetes e imaginando ellos mismos el escenario.
Los cuentos de Masha, de Oleg Kuzukov
Esta serie está formada por capítulos cortos y tiene como narradora a Masha, que va contando las historias más populares de la infancia. Casi, casi, se entretienen como con un cuento de verdad.
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