Cabañuelas, el pronóstico del tiempo

Vida y estilo Calendario 05 ene 2023 Paulina Martínez

No es ninguna novedad que nuestra narrativa contemporánea se sostenga de pilares mitológicos místicos y discursos basados en el pensamiento mágico. Es decir, desde siempre, nuestra especie ha encontrado la manera de dar respuesta o solución a lo que acontece en la cotidianidad. Ya sea desde el miedo o la incertidumbre, hemos encontrado mecanismos que nos cobijan ante la no respuesta inmediata. 

Desde el asunto del zodiaco, nuestra carta zodiacal, compatibilidad y nuestra luna en quién sabe qué casa y demás cosas que nos ayudan a darle forma a nuestra propia identidad. Somos una especie en una eviterna búsqueda interna y externa. Desde querer resolver quiénes somos, hasta de dónde venimos, más allá de nuestros genes y árbol genealógico; queremos entender cuál es el sentido que dibuja nuestro espacio y tiempo tangible en el presente, para vislumbrar un futuro del que no tenemos idea. 

Pensar en que podemos tener cierto control sobre este tiempo inexistente: el futuro, nos da un confort que nos alivia a nivel humanidad. No somos pretenciosos por querer hacerlo, se trata de una condición natural. Sin embargo, quizá solo hay que saber ver esto con filosofía más que con manía y fanatismo hacia cualquiera que sea el camino que elegimos tomar. 

Sin duda, el futuro es algo que sale de nuestro control, pero también es verdad que muchas cosas se pueden pronosticar gracias al conocimiento de la ciencia y también a saber observar y escuchar nuestro propio entorno. En este sentido, nos encontramos en enero, el mes que da  inicio a todo un nuevo año en el que ya vaciamos nuestros propósitos en cada uva que comimos en Año Nuevo. 

Asimismo, enero es el mes de las cabañuelas. ¿Qué es esto? Se trata de un conjunto de métodos tradicionales de predicción meteorológica a largo plazo sin base científica, pero que muchas veces ha sido efectivo. 

Es decir, se cree que los primeros doce días de enero representan cada mes del año, anunciando cómo será el clima a lo largo de este periodo. Por ejemplo, el 3 de enero representaría marzo y su clima y así respectivamente. 

Este método se basa en la observación de aspectos de la naturaleza, como el comportamiento de los animales y las características del sol y la luna.

A pesar de que podemos predecir el tiempo de una semana, científicamente, no hay forma real de que se pueda anticipar con tanto tiempo de antelación el clima de los siguientes meses. Sin embargo, y como toda tradición es agradable creer en estas tradiciones y ver si se van cumpliendo o no a lo largo del año. 

A todo esto, ¿de dónde viene todo esto? Se trata de un método empleado tradicionalmente por los agricultores para predecir el tiempo. Desde hace aproximadamente 35 mil años A.C., este tipo de predicciones se hacían con base en la luna, lo que permitió al hombre poder cazar y pescar de acuerdo con las condiciones climatológicas.

Por otra parte, se cree que esto surgió en España, a raíz de la “Fiesta de los Tabernáculos”, en la que los judíos recordaban los 40 años en que su pueblo tuvo que caminar por el desierto del Sinaí, en busca de la Tierra Prometida, la cual incluía ritos en los que se predecía el tiempo. 

Mientras que en México, se piensa que provienen de los aztecas, quienes a su vez adoptaron este conocimiento de los mayas, pues en ambos casos su calendario consistía de 18 meses con 20 días cada uno. Los primeros 18 días de enero servían para cada uno de los meses y los dos días restantes predecían otros  fenómenos.

Más allá de que sea o no un hecho científico, se trata de una tradición que ha dado resultados a lo largo de la historia, por lo que demeritar a la primera quizá no sea la opción más inteligente. Es decir, al final, la sabiduría ancestral es la sabiduría ancestral. 

 

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