¿Por qué IG y demás redes sociales se cubrieron de negro?
Como si el 2020 se tratara de una temporada de alguna serie futurista distópica, no han dejado de surgir acontecimientos dignos de nombrarse históricos. Todo esto, naturalmente, ha decantado en olas y olas de posicionamientos ideológicos más tangibles que nunca, o al menos esa impresión es la que nos da el portar un hashtag en tendencia. Porque si en algo tenemos maestría como especie humana, es en montarnos banderas que a veces ni siquiera entendemos.
Después del injusto y arbitrario asesinato de George Floyd en Estados Unidos, la gente hizo a un lado la pandemia para salir a manifestarse bajo el lema #BlackLiveMatters. No cabe duda que el dolor colectivo es real, y ver que en pleno siglo XXI se siguen viviendo injusticias que parecían haberse abolido años atrás, no provoca otra cosa más que una revuelta de intestinos severa en cada uno de nosotros.
Sin embargo, el dolor y la rabia quizá no dejarán de cesar, mientras el mundo siga siendo nuestro hogar. Con los recientes eventos que se han vivido en el mundo de occidente, sobre todo en el país vecino, la gente de diversos partes del globo se han sumado a la reflexión sobre una lucha a los derechos humanos que lleva años latente, pero que en los días recientes ha resurgido en un grito de furia y desolación.
Iniciando, como en cualquier otro movimiento, con una aparente y simple reflexión sobre una lucha, se ha convertido en un movimiento muchísimo más grande y amplio. Tanto es así, que lo vemos reflejado en nuestras redes sociales específicamente hoy, en el que se convirtió en tendencia el hashtag de #BlackOutTuesday. Y las imágenes veladas inundaron nuestras redes.
Después de que grandes firmas en la industria de la música, tal es el caso de Spotify, Live Nation, Apple, TikTok y más compañías discográficas, anunciaron que cesarían la mayoría de sus operaciones al día siguiente (es decir, hoy martes dos de junio), como respuesta de apoyo a las manifestaciones por el lamentable suceso en Minneapolis, usuarios y más compañías decidieron unirse a la causa, o al menos eso intentaron.
Esta iniciativa del apagón de la industria, bajo el hashtag #TheShowMustBePaused, fue la idea de dos mujeres afroamericanas que trabajan en marketing musical, Jamila Thomas y Brianna Agyemang. En un comunicado, declararon lo siguiente:
"La industria de la música es una industria multimillonaria. Una industria que se ha beneficiado principalmente del arte negro. Nuestra misión es responsabilizar a la industria en general, incluidas las grandes corporaciones + sus socios que se benefician de los esfuerzos, las luchas y los éxitos de los negros. En la lista de álbumes de Billboard, los artistas negros han ocupado el puesto número 1 durante 11 de las últimas 13 semanas, y ocupan cuatro de los 5 mejores lugares esta semana”.
Como es natural en las protestas, sobre todo digitales, la tendencia empezó a hacer bullicio cuando fue adoptada por artistas como Rihanna, Quincy Jones, Yoko Ono y los Rolling Stones. Lo que ocasionó que esto se extendiera a diversos sectores e industrias, con el hashtag #BlackTuesday. Sin embargo, parece que la ansiedad por dar click y ser tendencia, pudo más que una profunda reflexión sobre lo que se pretendía.
No es raro que ante discursos de tal índole la confusión revuelva las intenciones, para crear una ligera o grave afectación al movimiento inicial. Pues existen los posicionamientos en los que se desacredita la “buena intención” de muchos. Por ejemplo, la cantante afroamericana Tattiana, señaló que “publicar recuadros negros en Instagram y etiquetar “vidas negras importa” hace que el hashtag sea inútil".
En respuesta a las reacciones, el movimiento The Show Must Be Paused emitió una declaración adicional aclarando su intención. "El propósito nunca fue silenciarnos. El propósito es interrumpir".
Quizá las intenciones se ven veladas, irónicamente como las imágenes que han subido los usuarios a sus redes, por motivos o intereses que muchas veces no simpatizan con la verdadera causa. Porque si algo es cierto, es que los fenómenos discursivos respiran y viven como el lenguaje mismo, por lo que la confusión y su deformación siguen el cauce natural de la lógica humana, en la que las verdades son muchas, y unos intereses pueden más que otros.
No cabe duda que sumarse al tren de la tendencia sumará puntos en la lista imaginaria que cada uno se inventa para tener acceso al papel de #humanoempático. Aunque claramente, sin que se malinterprete lo que se intenta decir, es completamente válido luchar cada quien desde su trinchera, así sea en cuerpo o en un post virtual, toda libertad de expresión merece su lugar digno y reconocido en cada postura política e ideológica. Sin embargo, también es cierto que ningún cambio social se originó por ponerse una máscara, sino por arrancarlas.