Ubicada “en la violenta e ingobernable Ciudad de México de los años 90 –con la policía cómplice de los delincuentes–, un grupo de mujeres violentadas sexualmente buscan venganza a través de Aída Cisneros, una misteriosa justiciera que seduce a los abusadores, los narcotiza y los tatúa para que nunca olviden lo que hicieron”. Desde el formato, la técnica, la fotografía, los cameos y las tomas, Rencor tatuado, de Julián Hernández, retrata, en una ficción, un mundo verosímil en el que la violencia y la impunidad se entretejen con los claroscuros que habitan en la naturaleza humana.
Como la boca de una loba, el valle de la Ciudad de México inhala y exhala el vaho de una ciudad petulante, en la que los hedores de los secretos más siniestros se resguardan bajo los disfraces de quienes salen a la luz del día, para disimular la desesperación de querer aullarle a la vida, a manera de grito ahogado. La eterna narrativa entre quienes condenan y son condenados, un sospechoso duelo entre lo que hemos definido como el “bien” o el “mal”. Un rencor tatuado que llevamos en la piel, como víctimas y victimarios en una sociedad despojada de justicia y paz.
¿Cómo encontrar justicia en el olvido? Es una de las preguntas que se plantean en la tesis narratológica de Rencor tatuado. Bajo los esquemas violentos y distorsionados en los que una sociedad ha sido manejada, es natural imaginar a la venganza como un puente en el que la muerte sea el final oscuro para el victimario. Sin embargo, para Julián Hernández y Malú Huacuja Del Toro, la guionista de esta película, pesa más encontrar que el victimario nunca olvide la herida que dejó en sus víctimas.
Un discurso en el que la memoria protagoniza el hilo conductor para contar esta historia, una búsqueda por regresar el golpe psicológico que ha dejado el moretón de la herida y su secuela. Al respecto, Diana Lein, protagonista de la cinta, en la conferencia de prensa previa al estreno comentó lo que su personaje busca en realidad:
“Aída es un personaje que no busca la venganza, busca la justicia, quizá, más. Porque no se trata de matar a los abusadores, no se trata de torturarlos en realidad. Lo que busca es la justicia, y se busca más que, aquél que violenta a una mujer, sepa lo que es no poder olvidar lo que te hacen. Porque eso es, las víctimas de abusos constantes no pueden volver a ser las mismas personas, y eso es gravísimo, independientemente del daño físico cuando se sobrevive, el daño mental es tremendo”.
A pesar de que los problemas de producción y distribución de la cinta retrasaron su estreno hasta cuatro años, la temática que habita en Rencor Tatuado es vigente hoy en día. Mientras el planeta entero se aferrar a una narrativa en la que la violencia y la injusticia son muros de contención, debajo de las máscaras que el mundo viste, también existe la cara de la resiliencia y la búsqueda por la justicia.
“A lo mejor está mal que lo diga, pero se siente muy bien interpretar a una vengadora en la ficción, porque desgraciadamente en la vida cotidiana estamos atados de manos y pies el noventa por ciento del tiempo, y cada vez las cosas empeoran más. Entonces, poder interpretar a una vengadora en la ficción y tratar de resarcir un poco el daño hecho, se siente casi como un pequeño orgasmo”, platica Diana Lein durante conferencia de prensa.
En un contexto sociopolítico como en el que vivimos en México, y gran parte del mundo con sus respectivos matices, la inequidad que viven los distintos grupos vulnerables, reafirma la línea discursiva de Rencor tatuado como una vigente. Por lo que Giovanna Zacarías, actriz de reparto en la cinta, comentó lo siguiente:
“Julián tiene quince o diez años con este guion, y creo que la película llega en un momento muy importante, es una coyuntura muy pertinente y dolorosa del país. Ser mujer en este país parece que ahora es un deporte de alto riesgo. Más allá de todos los valores artísticos que tiene, la película sí habla de algo que desgraciadamente está hasta el día de hoy. Creo que esta película es necesaria y que va a perpetuarse por décadas como una película muy buena en un momento que nos afecta mucho a todos”.
El desarrollo del guion y la creación de la historia dio como resultado una cinta en la que Aída Cisneros y Martha Milagro, ambas protagonistas de la cinta, reivindican a la figura de la mujer desde el reencuentro consigo mismas y el rostro de la resiliencia ante el dolor, al que la vida las ha arrastrado.
Rencor tatuado es, sin duda, una propuesta diferente para el cine mexicano y para el mundo del séptimo arte. Encontrar un paralelismo en el que entre la violencia y la resiliencia se encuentre el aullido de esperanza de una sociedad desesperada por encontrarse a sí misma, es un reto que ha descrito el mundo del arte y el mundo en general. Rencor Tatuado logra conjugar una temática cruda, violenta y desgarradora, desde el aliento de sanación y reconciliación con uno mismo y su entorno.
Disponible en la pantalla grande a aprtir del 14 de febrero.