Un fascinante viaje al pasado para recordarnos que la imaginación y el ingenio han logrado más por la humanidad que cualquier nombre, sello o marca que haya detrás de cada gran creación. Justo ahora es difícil imaginar un mundo sin electricidad, el simple hecho de que esté ahora escribiendo esto desde un teclado conectado a la corriente eléctrica y que tú estés leyendo esto a través de un dispositivo electrónico, nos parece tan natural, como si hubiera sido así desde siempre, pero lo cierto es que no fue hace mucho que la civilización seguía a la penumbra de la luz de las velas.
The current war o Una guerra brillante, dirigida por Alfonso Gomez-Rejón, está ubicada en 1880, un momento crucial para la historia de la humanidad, cuando el destino de nuestra civilización estaba por dar un importante giro de tuerca en distintas e imposibles direcciones. Claramente, el resultado ha escalado a cimas inimaginables desde aquel entonces, desde lo más “sencillo” como un smartphone hasta los viajes espaciales, no por nada el genio y multimillonario de la época, Elon Musk, ha nombrado a su empresa Tesla Motors, en honor al visionario y magno inventor Nikola Tesla.
Porque inventar no es suficiente en un mundo en el que el dinero habla más rápido que cualquier criterio, sobre todo cuando se trata de crear un imperio. Mientras la rivalidad de dos grandes mentes, Thomas Alva Edison y George Westinghouse, se desgasta para hallar su lugar en la historia, Una guerra brillante nos deja ver cómo la urgencia por no desaparecer del mapa parece ser un duelo entre titanes, pero con sus contrastes entre lo que suponemos correcto e incorrecto, ¿hasta dónde llegarías con tal de jamás morir?
La ambición como sombra de una mente poderosamente creativa e imaginativa, como sucede con Edison, experimenta límites impensables. Cuando el único objetivo de cualquier inventor es hacer de lo imposible posible, las fronteras entre la obsesión de una idea y los horizontes de un campo abastecido de miles de ideas más puede nublar cualquier juicio, sobre todo cuando hablamos de poder y el legado que este promete.
Thomas Alva Edison interpretado por Benedict Cumberbatch y George Westinghouse por Michael Shannon entretejen una narrativa histórica digna de admirar. Bajo el guion de Michael Mitnick (The Giver) la cinta cinematográfica marcha a un ritmo rápido, pero que permite ver todas las caras de la moneda. Mientras ambos compiten para crear un sistema sustentable de electricidad y poder para comercializarlo por todo Estados Unidos, el personaje de Nikola Tesla apenas se dibuja como un boceto, pero al que claramente reconocemos actualmente como uno de los más grandes visionarios de todos los tiempos.
Una película sencilla de digerir, pero que desde la simplicidad inspira con una historia que cambió nuestras vidas para siempre, literalmente. Vemos los claroscuros de los personajes, lo que los motiva a actuar de una forma u otra y sus razones personales para seguir caminando o detenerse. También nos permite vincularnos a un momento histórico que muchas veces olvidamos, o sería mejor decir que ni reparamos en ello. Un vistazo al ayer, pero que si vemos de cerca descubrimos el hoy, e incluso el futuro no tan lejano aproximarse, sobre todo cuando nos referimos a Tesla.