Hay secretos que se esconden en el fondo del archivero cuando la oscuridad que poseen implica que el poder esté en juego. No es noticia ahora, pero cuando en 2016 se destaparon una serie de testimonios de acoso sexual dentro de las instalaciones de Fox News, perpetrados por el magnate Roger Alies, quien anteriormente ocupó el máximo puesto de CEO del canal, un escándalo de tal magnitud dio lugar a todo un movimiento feminista que nos vendría a dejar una gran lección como humanidad, o al menos a eso aspiraba en esencia.
Bombshell, dirigida por Jay Roach y protagonizada por Charlize Theron (quien también fue productora y está nominada a los Premios Oscar 2020 como Mejor Actriz), Margot Robbie y Nicole Kidman retrata cómo se dio el origen de esta serie de denuncias en contra de Alies y el proceso que tuvieron que vivir al menos tres de las tantas víctimas del exCEO del canal. Fue tan sólo el inicio del fin de un gran imperio mediático construido desde las tierras del sexismo.
Cuando el poder, la fama y la “estabilidad” que estas suponen están en juego para poder derribar una torre de inequidad e injusticia, es difícil mirarse al espejo y asumirse como víctima. Más allá de los golpes en el pecho que esta metáfora pueda dibujar, me refiero más al lente con el que la sociedad pueda mirarte tras señalar a tu agresor. Charlize Theron, quien interpreta a Megyn Kelly, es el punto clave para adentrarnos a los laberintos de esta enorme estructura de poder que ejercía el equipo de Fox News, en el que la mujer es vista como un atractivo visual para los televidentes, pero no una figura de fuerza intelectual o algo con mayor dignidad.
A modo de documental y película a la vez, en el que la ficción se intercala para colorear los espacios en blanco que suponen todos los testimonios reales y las versiones contadas de quienes respiraron de cerca la gota nerviosa que Alies estaba a punto de escurrir de su frente tras las acusaciones, el realizador Jay Roach se dispuso a contarnos una historia de manera dinámica y rápida. Con un cambio de protagonistas tan sutil, que podemos involucrarnos fácilmente en cada una de los tres testimonios ejes para la narración de esta trama.
La historia se revela en tres etapas, quienes fueron agredidas por Alies en distintos momentos de su carrera y la mujer que apenas comienza a vivir esta violencia. De tal modo, descubrimos una complejidad en las decisiones de los personajes que te llevan a entender el proceso que lleva darse cuenta el círculo de poder y violencia en el que están envueltas, o sobre cómo asumir la postura de víctima sin caer en el foco de la narrativa lastimera mediática. Porque más allá de la empatía, la carreras de estas tres mujeres debían encontrar un punto de equilibrio en el que la lucha las uniera y no las derrumbara.
Quizá, a estas alturas, estés familiarizado con todo lo que sucede en el movimiento #MeToo, y si no, quizá esta película de un panorama de lo que representa. Más allá de una mal llamada “cacería de brujas” o un escrache público hacia un hombre en específico, es un llamado de mujeres para mujeres, para alentarnos a alzar la voz en cuanto a la violencia de género. El gran tino de esta cinta está en recalcar la manera en la que esta fue ejecutada por parte de Alies y en cómo orillaba a las mujeres a tener relaciones sexuales con él para así conseguir avanzar en sus carreras.
La interpretación de cada una de estas actrices nos llevan a dibujar una historia en la que el silencio podía ser un arma de doble filo, y la paciencia el golpe sanador de miles de historias. Las malas interpretaciones del movimiento han llevado a que los hilos de los que flaquea sean cada vez más obvios e incluso mal utilizados, pero la verdadera esencia que esta película busca retrata va más allá.
Los diálogos, muchos de ellos dramatizados y otros reales, dirigen los testimonios de cerca para revelar la dicotomía que existe, muchas veces, entre el poder y la violencia. Los rostros de Theron, Kidman y Robbie tal vez nos parezca una “exageración” para retratar un problema real. Sin embargo, la historia no pierde verosimilitud, aunque quizá la ficción nunca llegará a lo que el problema real representa.
Bombshell tiene un claro objetivo y es retratar esta problemática desde una de las esferas altas y privilegiadas en el mundo norteamericano, que claramente no lo hace menos válido, pero sí manda un mensaje en el que las posibles líneas de clases sí pueden borrarse en cuanto a este tipo de violencia, no siempre, pero en varias ocasiones la violencia de género sólo es eso, en distintos matices.
Una cinta que más allá de mostrar la cara oscura y siniestra de lo que nadie o muy pocos notan, es una cinta que pretende entretenerte y mantenerte al filo del desenlace y ver cómo la pseudovictoria de despedir a Alies, tranquilizará al espectador enalteciendo a un movimiento ilusoriamente. Pero a todos nos gustan los finales felices, aunque no sean precisamente finales, pero es más fácil cuando nos los creemos como tales.
Disponible en la pantalla grande a partir del 31 de enero.