El principito es del tipo de libros que es básico al momento de introducirnos a la literatura, incluso algunos que no encuentran un gusto en la lectura es posible que hayan leído la historia del principito que llega a recordarle al aviador lo más importante en la vida, ver el mundo como un niño.
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Así pues, este clásico de la literatura que se ha traducido más de doscientos idiomas, fue escrito por el francés Antoine de Saint-Exupéry, más conocido por su escritura que por su amor a la aviación.
A Saint-Exupéry se le recuerda como un hombre grandote, de apariencia torpe y de carácter algo hostil que pasaba su vida sobre las nubes, es curioso que su mayor hazaña se encuentre en proyectar en unas cuantas páginas un manifiesto a la inocencia y al amor sobre todas las cosas.
El 29 de junio de 1900 la tierra de Lyon vio nacer al pequeño Antoine Marie Jean-Baptiste Roger Conde de Saint-Exupéry. Desde muy pequeño manifestó interés por la aviación y después de ser rechazado en la escuela naval, aprendió el oficio de ser piloto en 1921.
Esta profesión fue lo que llenó sus días, y tan sólo cinco años después de enlistarse como piloto publicó “El aviador” (1926), un cuento que vio la luz en la revista El buque de dinero, y retrata sus impresiones al volar. Recordemos que él forma parte de las primeras generaciones que iniciaron la aeronáutica.
Al poco tiempo, obtuvo un contrato como piloto para una agencia privada. Se desempeñó como jefe de estación aérea en el Sahara y en ese período escribió Correo del Sur (1929).
Sólo tuvo que pasar un corto tiempo para que llegara a Buenos Aires en 1929, donde conocería a Consuelo Suncín, una salvadoreña de una familia acomodada, la mujer que inspiró el amor tan puro y tórrido del Principito y la Rosa.
Así pues, el 30 de diciembre de 1935, Exupéry y su navegador Prevot se vieron obligados a realizar un aterrizaje forzoso en una parte del desierto de Sahara. Ambos sobrevivieron al aterrizaje, pero lograron surcar las inclemencias del desierto casi por milagro.
Sólo tenían para alimentarse uvas, dos naranjas y una pequeña ración de vino. Experimentaron alucinaciones visuales y auditivas, para el tercer día estaban tan deshidratados que dejaron de transpirar y finalmente, al cuarto día, un beduino en camello los descubrió, y les salvó la vida. Toda esta travesía fue relatada en Tierra de hombres (1939).
En 1943, fue que El principito vio la luz, volviéndose el libro escrito en francés más leído y más traducido. Los investigadores creen que quedarse varado en el Sahara fue una de las principales inspiraciones del escritor para crear esta historia fantástica, la cual se ve sustentada incluso en las alucinaciones visuales que vivió.
Con tan sólo 44 años de edad, Antoine de Saint-Exupéry desapareció en una misión de reconocimiento para recoger información para la inteligencia sobre los movimientos de las tropas alemanas en el valle del Ródano y sus alrededores antes de la invasión aliada del sur de Francia, conocida como Operación Dragón.
Una muerte totalmente inesperada y misteriosa, ya que fue hasta 1998 que un pescador encontró en el mar una pulsera de plata de identidad con el nombre de autor, enganchado a un trozo de tela. En 2004 los fragmentos de la nave que tripulaba Exupéry fueron encontrados a tan solo unos kilómetros de donde se encontró el brazalete, aunque sin agujeros de bala.
Antoine de Saint-Exupéry nunca presenció el auge que su Principito tendría en los millones de corazones de niños y adultos, pero su legado es aún más hondo que casi cualquier libro en la historia. Sin duda, El Principito el secreto está en que sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.
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