Adam Driver, el actor del año

Celebridades Calendario 11 dic 2019 Paulina Martínez

 

Como semilla del viento, arrojada a la inercia de un campo infértil, la carrera de Adam Driver comenzó después de una turbulenta marea de olas rotas, en la que todos sus intentos por convertirse en un actor se quebraban al filo de cualquier roca. 

Driver no se frenó por ningún motivo, su sueño era convertirse en un actor y antes de rendirse, después de que Julliard le cerrara las puertas en la cara, empacó, encendió el coche y se fue. Persiguió su sueño, iba directo a L.A. a convertirse en una estrella de Hollywood, pero antes de que pudiera ver su sueño a la luz, su coche se descompuso a mitad del camino. Después de haber abandonado todo, incluso haber dejado su novia de aquel momento y de haberse despedido de Indiana, su ciudad natal, para siempre, tuvo que regresar. “¡Fue vergonzoso, me sentí como un maldito perdedor!”, mencionó en una entrevista para The New Yorker.

Con la cara en el piso y las esperanzas drenadas, su única motivación para seguir tuvo que relacionarse con uno de los días más atroces para la humanidad, cuando un 11 de septiembre de 2001 un grupo terrorista sembró el horror al atravesar dos grandes torres en la ciudad de Nueva York. Más que por convicción, Driver tomó la decisión de sumarse a los Marines de Estados Unidos. “Me encantaría decir que me uní a los marines por algo patriótico, pero también fue porque no estaba haciendo nada honesto con mi vida y porque pasaba demasiado tiempo en el McDonald's", confesó en una entrevista. 

 

 

Si el destino está escrito o lo construimos nosotros dentro del azar de circunstancias que ocurren a nuestro alrededor, o sea lo que sea que determina una vida humana, definitivamente el camino de Adam no era con los Marines. Ni siquiera pudo ser postulado para Irak por un accidente en el que se rompió el esternón, mientras practicaba bicicleta de montaña, así que la aventura militar duró sólo tres años. Así que reconsiderar el sueño que latía permanentemente dentro de su pecho, fue el plot twist de la ordinaria vida de un ciudadano más en Estados Unidos. 

Mientras estaba en una simulación de combate, durante su tiempo con los marines, un momento de gran riesgo lo sometió a la cueva de su mente para reconsiderar dos cosas importantes: la primera fue, “quiero fumar un cigarro” y la segunda “tengo que ser actor”, pensó. Esto le contó a su entrevistador para The New Yorker

Quizá se trate de una fuerza mística en la que si piensas demasiado en un sueño lo verás cumplirse en algún momento, quizá se trate de trabajo y esfuerzo, o quizá también puede que sea más un asunto de karma y destino, o simplemente coincidencias que sincronizan con nuestros más internos y fuertes anhelos. En fin, sin importar lo que realmente sea, es un hecho que el timing perfecto para llevar a cabo nuestros planes llega cuando menos lo esperamos. Adam Driver no se dio por vencido y volvió a audicionar para la carrera de actuación en Julliard, esta vez quedó dentro, ninguna ola más se interpuso en el camino y la semilla por fin sembró una carrera que hasta la fecha no deja de despegar cada vez más alto. 

Terminó la carrera en 2009 y en el mismo año consiguió su primer papel en la serie televisiva de la cadena ABC The Unusuals, pero la vida de actor nunca es sencilla, sobre todo cuando apenas nadie te conoce, por eso tuvo que ingeniárselas y trabajar en distintas áreas para ganarse la vida, tuvo empleos desde tocar de puerta en puerta hasta que llegó a ser parte de una constructora. 

Un año después de haberse graduado, en 2010, comenzó a despegar su carrera de manera sustanciosa. Tuvo papeles secundarios en series televisivas como La Ley y el Orden, y también comenzó a hacer telefilmes como No conoces a Jack o The Wonderful Malady’s, así como también participó en obras para Broadway. En 2011 consiguió un papel en J. Edgar, la biopic de Edgar Hoover, película protagonizada por Leonardo DiCaprio y dirigida por Clint Eastwood. 

 

 

Después de tres años de haber concluido sus estudios en Julliard, su carrera comenzó a tomar una dirección hacia la cima, cuando en 2012 fue seleccionado para interpretar a Adam Sackler en la serie televisiva Girls de la cadena HBO, momento clave, pues este personaje lo hizo quedar nominado en los Emmy, como Mejor Actor en una Serie Cómica. A partir de este momento, Adam Driver comenzaba a dejar una estela notable en cada aparición que hacía, participó en Lincoln (2012), Amigos de más (2013) y Inside Llewyn Davis (2013) de los hermanos Coen. 

A los escasos años de haberse graduado, Driver ya estaba en la mira de grandes directores y productores. En definitiva, su trabajo habló por sí mismo y el talento nato de nacer actor fue fortaleciéndose en cada uno de sus papeles, tan es así que fácilmente podemos acompañarlo en sus mutaciones, desde verlo como un villano del lado oscuro en su papel de Kylo Ren en la saga de Star Wars: el despertar de la fuerza, hasta como el entrañable chofer de camión y poeta en Paterson, incluso en su más reciente cinta Marriage Story, en la que su actuación se elevó al punto de conseguir la nominación como Mejor Actor de Drama para los próximo Globos de Oro 2020. 

Pronto su nombre comenzó a tomar peso con directores de las grandes ligas, como fue el caso de Jim Jarmusch (Paterson, 2016), Martin Scorsese (Silencio, 2017) y Steven Soderbergh (La suerte de los Logan, 2017), y bueno, ahora también se encargará de darle cierre a la emblemática saga de Star Wars: El último Jedi, para también despedirse del año.

 

 

Más allá de haber conseguido un lugar importante en el mundo del cine, Adam Driver ha mostrado ser capaz de cambiar de piel cada que cambia de guion, convirtiéndose en un ícono para el mundo de la actuación. Además, este año, 2019, ahora en el recuento de la nostalgia decembrina, a vísperas del Año Nuevo, fue uno de los años en el que lo vimos repetidas veces en diversas películas en la pantalla grande. Trabajó nuevamente con Jarmusch para la cinta Los muertos no mueren, también lo vimos en una cinta polémica sobre el sospechoso programa de testigos que realizó la CIA sobre el atentado del 9/11 con el thriller policiaco The Report y en la mencionada Marriage Story, a la par de Scarlett Johansson, película que ha dado mucho de qué hablar y misma que tiene cinco nominaciones en estos próximos Globos de Oro 2020, además no es todo, todavía nos falta una última aparición de su cara en este año en la cinta Star Wars: el ascenso de Skywalker.   

Sin ser todo, para el próximo año ya también su nombre acecha en dos proyectos, se trata de la cinta Annette, un musical de Leos Carax, y The Last Duel, la cual será dirigida por Ridley Scott, y en la que trabajará a la par de Matt Damon y Ben Affleck. 

No cabe duda de que el trabajo de Adam Driver es digno de admiración, se ha ganado cada reconocimiento otorgado y ha sabido comprometerse con el labor de un actor. Claramente, nunca es sencilla la tarea de un actor, exponerte ante la cámara e interpretar un personaje que va más allá de tus fronteras para redescubrirse en carne propia; es lo que ha creado de Driver el actor de año, no sólo por el número de apariciones en la pantalla grande, sino por el talento y la esencia de sí mismo que ha dejado en cada una de sus películas. 

 

 

"Lo peor de mi trabajo es darle mucha importancia a las cosas. Tienes que tener sentido del humor hacia ti mismo. Definitivamente estoy tratando de resolver, según avanzo, cómo construir una carrera. Según las cosas se hacen más importantes, tengo días en los que me deprimo y me quedo en casa pensando: '¿Qué estás haciendo? ¿Es relevante?’”, se cuestiona Driver, y aunque quizá para nosotros esto parezca absurdo, lo cierto es que no deja de ser una persona ordinaria como todos, con la única diferencia de que logró su sueño, y este involucró una fama de nivel mundial. Su personalidad despreocupada, sencilla y humilde, hace de este actor uno de los íconos para esta década, o el inicio de lo que sigue, más bien. No por nada no nos parece raro que sea ese actor que nunca escucha sus entrevistas en la radio o televisión, ni tampoco se ve en pantalla grande. 

Independientemente de esto, Adam Driver, perteneciente al límite generacional entre los millennials y los baby boomers, definitivamente ha iniciado un legado en el mundo de la actuación, uno que hablará con el tiempo y su trabajo. 

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