¿Qué es la felicidad, y por qué todos parecen buscarla sin éxito? Bueno, quizá no todos, pero lo que es verdad es que el concepto que tenemos como sociedad, sobre la felicidad, puede cuestionarse ampliamente desde los términos etimológicos, filosóficos y hasta espirituales. Porque contestar que quieres ser feliz como meta de vida, podría significar todo y nada a la vez. Sin embargo, no nos inundaremos de teorías complejas que abordan temas antropológicos y de más materias, para un estudio exhaustivo de lo que significa ser feliz.
Seamos simples, pero no por eso frívolos o banales. Es decir, coloquemos a la felicidad en un punto intermedio entre la tranquilidad, paz mental y satisfacción de nuestra vida. A partir de ahí, indaguemos en cómo es que esta búsqueda resulta en realidad una con bastantes obstáculos. ¿Qué son esas pequeñas cosas que nos estorban para mantenernos en paz? ¿Qué está impidiendo que no me sienta completamente satisfecho con lo que hago? ¿Por qué parece que todos son felices menos uno?
Bueno, lo que sucede muchas veces es que en realidad la felicidad está en nuestras posibilidades y simple y sencillamente, la ignoramos por desconocimiento de saber encontrarla en esos pequeños detalles. No te culpes, en realidad el mundo se ha construido con estándares demasiados altos y hasta casi inalcanzables, no por nada la depresión y ansiedad son las enfermedades del siglo XXI.
Ahora te decimos 5 posibles hábitos que todos tenemos comúnmente y nos impiden encontrar esos momentos en los que habitamos la paz, tranquilidad y satisfacción personal.
Olvidar agradecer
Más allá de las leyes básicas de convivencia, sobre el pedir por favor las cosas, y agradecer en cuanto sucedan, la virtud del agradecimiento contiene un sinfín de beneficios. Algo que retomaremos más adelante, pero también entra en este mal hábito, es que al agradecer regresamos nuestra conciencia al ahora. No nos adelantamos a los días, ni nos quedamos pensando en detalles pasados, cuando uno agradece se remonta al presente para reconocer lo que tiene de frente.
Olvidar agradecer es de lo más normal, y no me refiero a un decir gracias a todo aquél que se cruce en tu camino, sino a agradecer desde la abstracción, a la vida misma, a tu cuerpo por estar sano, al espacio que tienes para vivir, a la gente que ha llegado a tu vida y se ha convertido en una gran fuente de apoyo, al trabajo que tienes y todos esos detalles que luego damos por sentados. Al hacerlo consciente, es casi un hecho que reconsideres todas las quejas o incomodidades que puedan existir alrededor de cada una y entonces te enfoques en lo afortunado de tenerlas.
Compararse con los demás
Cada uno es diferente entre los demás, todos tenemos nuestra propia historia y nuestra propia versión de la historia del mundo. Cada quien se reconcilia desde el sitio en el que le tocó vivir, consigo y el resto del planeta.
Si a ti te hace feliz algo, también habrá alguien a quien le sea indiferente ese algo. No debes compararte con los demás, con nada ni nadie, esto solemos hacerlo mucho hoy en día desde las redes sociales que manejamos, cuando vemos que todos la pasan bien y nosotros no. Lo importante es recordar que una cosa es lo que se publica, y otra muy distinta es lo que se vive. Esto sin ir al resentimiento al pensar que seguramente toda la gente que vemos en redes es infeliz, sino más bien un ejercicio de dejar ser y ser.
Lo mejor será mirar a tu alrededor y descubrir aquellas cosas, personas y momentos que te hacen sentir bien y descubrirás que todos tenemos una felicidad intrínseca según nuestra propia historia.
Olvidar ser amable
A diferencia de lo que muchos podrían determinar de la amabilidad, la verdad es que esta virtud es siempre, en todo momento, no importa qué tenso sea, una decisión. Uno siempre tiene la oportunidad de ser amable, pero a veces lo olvidamos.
Ya sea por tener un mal día, o por haber vivido un momento estresante, solemos irritarnos y desquitarnos con los demás, o incluso con nosotros mismos. Cuando no somos amables, o elegimos no serlo, mejor dicho, es muy difícil reconciliarnos con los momentos estresantes que nos llevaron al límite. Es por eso que esta virtud es una clave importantísima para la felicidad, porque si nos traslada inmediatamente a un momento feliz, al menos nos ayuda a transitar de un episodio hostil a uno más tranquilo.
Olvidar compartir
Alguna vez un viajero resentido de la sociedad, escribió en uno de sus diarios antes de morir “la felicidad sólo es real cuando es compartida”. Se trata de Christopher McCandless, en quien se han inspirado para escribir un libro y una película, que retrata como un estadounidense estaba “asqueado” del mundo en general, sobre todo de los seres humanos, y decidió emprender un road trip hacia Alaska, pero lamentablemente murió solo y congelado, después de envenenarse con unas plantas.
¿A qué viene todo esto? La virtud de compartir es algo vital en la vida de cualquier ser vivo, pero en el plano humano lo veremos desde la óptica en que cuando compartimos algo estamos en realidad dando algo, en todo momento, de nosotros mismos al mundo. Eso sin duda, es una cualidad que nos enriquece como personas, pues en el sentimiento de la reciprocidad y el saber dar y también saber recibir, está una clave esencial para comprender aquellos detalles que resguardan nuestra felicidad.
Olvidar vivir el ahora
Para cerrar con broche de oro, retomemos el primer consejo que fue agradecer. Ahora, con esto de la mano recordemos que no hay tiempo pasado ni futuro que podamos controlar. A lo mucho se podrá planificar, pero no todo está bajo nuestro control. Una vez que realmente interiorizamos esto en nuestra persona, aprendemos a vivir aquellos detalles que luego pasamos por alto, por estar angustiados sobre el futuro o sobre situaciones pasadas que ya no hay manera de cambiar.
Así que tal cual lo vimos en la película animada para niños, Kung Fu Panda, el presente es, en efecto, un regalo. Disfrútalo y reconcíliate con tu felicidad interior, porque en todo ser vivo habita esa llama que nos hace vivir el aquí y el ahora, lo cual bien podría traducirse como felicidad, incluso en el mundo contemporáneo.
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